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tratando de indagar cuál era la enfermedad cierta que la aquejaba, puesto que ella misma nos describe los sufrimien– tos que tuvo durante su vida. * * * La Neuropatología nos enseña a conocer perfectamente el histerismo, de tal suerte que apenas hay enfermedad de más fácil diagnóstico. Es una enfermedad del sistema ner– vioso que carece de localización anatomopatológica, y que presenta distintos grados de desarrollo ; pero en todos los enfermos se observan ciertos rasgos morales peculiares que se descubren prontamente. Tienen un carácter movible, son inconstantes, faltos de voluntad firme, propensos a la disimulación y casi siempre falsos, amigos de que los mimen y de ser por parte de los demás objeto de atenciones y <'Ui– dados. (1). Qué distante y opuesta a este bosquejo moral se nos presenta la Santa en todos sus actos! Su firmeza de ca- (1) Leamos lo que acerca de esta misma materia, escribió Her– nández en los Elementos de Filosofía: "Se ha querido muchas veces establecer identidad entre estos estados histéricos y los fenómenos de la oración sobrenatural. En particular el éxtasis de los santos se ha considerado como éxtasis his– térico; todos los autores místicos, y principalmente Santa Teresa, lian sido definitivamente colocados entre los histéricos, por los que admi– ten esa identidad. "Pero todo aquel que quiera estudiar serenamente y de una ma– nera científica el histerismo, y que estudie además del mismo modo la psicología de los santos, encontrará de seguro tal semejanza entre ellos que forzosamente tendrá que establecer una conclusión contra– ria a dicha identidad, la cual sólo puede admitirse por los que no tienen conocimiento alguno del histerismo o de los éxtasis de los san– tos. "En efecto, los histéricos son enfermos que presentan, además de los síntomas propios de su enfermedad, ci€rtos estigmas en su sér moral y físico que son característicos del fondo o terreno indispen– sable para el desarrollo de la neurosis. Son irritables, veleidosos, apasionados; gustan de ser un espectáculo para los circunstantes, por– que su afán constante es llamar la atención. Son pusilánimes, care– cen por completo de energía física y moral; a veces son astutos, incli– nados a mentir y tercos. "Sus facultades cognitivas son muy limitadas; son incapaces dP ningún esfuerzo sostenido de la voluntad, e incapaces tambié,n d(' n,– flPxibn, y pr1•1wntan las S('ñales de una agobiadora inferioridad int<•– IPctual, Holirt• todo aq111•lloH qu<• han llegado a los 1•stados t•xt:'tticoH,.

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