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La petición se hace inflamada por todos los hombres; nadie tema quedar excluído de aquella intercesión poderosa; y porque aquellos inmolados saben bien que Dios hace salir su sol sobre los buenos y sobre los malos, y que no hay fal– tas aisladas a causa del terrible contagio del mal, por es<:> cantan al cielo con tranquila confianza: Quién podrá com– prender lo que es el pecado? Límpiame de las culpas es– condidas y de las ajenas. . . Señor mi favorecedor y mi re– dentor! Las horas pasan como una ilusión y finalizan los Noc– turnos para dar comienzo a las Lecciones. En evocación espléndida se cantan entonces las glorias de la creación. Las criaturas van apareciendo una a una obedientes a la voz omnipotente que de la nada les da el sér. La luz em– pieza desde aquel instante su viaje fantástico por los inde– finidos espacios l:lel universo. La materia. en estado caótico, la tierra informe y vacía, el sol, la luna y las estrellas. Lue– go se canta la maravillosa aparición de la vida en la tierra y en el fondo del mar, y al fin, en una frase musical anun– ciadora del gran suceso, se publica al mundo atónito la gran– diosa aparición del hombre y su origen divino. Terminada aquella narración incomparable la comuni– dad entera conmovida entona el grandioso himno triunfal. A Tí, oh Dios, alabamos, a Tí, oh Señor, te confesamos! ... A Tí los Querubines y los Serafines a una voz te aclaman sin cesar Santo ... La tierra y los demás astros continúan su incesante revolución en el espacio. Los hombres duermen o corren al placer por el ancho mundo. Las aves nocturnas ensayan su dulce canto. En el coro el oficio divino se sigue desarro– llando en toda su belleza; pidiéndose en él la misericordia y el perdón para los malos y para los buenos, para los que• gozan y para los que sufren, principalmente para los dicho– sos, porque a los que son desgraciados les sirve de crisol 1'1 safíudo dolor! Jos<i n. lfrrnárull'z.
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