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el año escolar que él había comenzado. Uno de los que fueron a buscarlo en aquella ocasión, dice : "Fuimos al Seminario, que estaba entonces donde hoy está la casa de Juan Manuel Díaz ... Y cuál sería nuestra sorpresa de incontenible hilaridad, cuando a los que estábamos esperando en el locutorio se nos presentó JOSE GREGORIO HERNANDEZ, nuestro maestro, con todos los arreos de un levita . . . Hasta bonete portaba! . . . Le pedimos que aceptara la cá– tedra: ésa era nuestra misión. Vaciló, sonriendo ca– riñosamente, y al fin nos dijo que sí, pero que iría a la Universidad con traje seglar ... -Porque los estudiantes son tremendos- agregó sonreído con su voz suave y precipitada. -La sotana no nos interesa, Doctor ... quien que- remos que vuelva es usted, el Maestro .. . Y volvió. Y su vida siguió el mismo ritmo sereno e im– perturbable de antes ..." (b). 11.-Su preparador de Laboratorio, Alberto J. Fernán– dez, en "El Nuevo Diario", recuerda de esta manera la úl– tima clase del doctor HERNANDEZ el día antes de su muerte: "El sábado 28, a las tres de la tarde, con su acostumbrada precisión cronométrica, entró el Dr. Hernández en el salón de clases de su cáte– dra. Terminaba la clase práctica a cargo del Preparador. (b) R. Cifuentes Labastidas. - Figuras venezolanas. - José Gregorio Hernández Cisneros. - El Universal, 29 de junio de 1944. (º) De su amor y compasión por los "hermanos animales" nos habla el doctor José Izquierdo, su antiguo discípulo: ... extendiendo su bondad hasta a los animales, nos insinuaba con ahinco, corno u 11 deber moral, que todo experimento debe ser hecho bajo anest<·~ia clorofórmica, aunque se tratara de los animales más viles o Pn apariencia más insensibles, y así nos demostraba cómo Sl' dormía a una rana o a una sanguijuela echando unas gotas d<· doro formo en el agua en que ¡•stahan sumergidas". (d).
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