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de Jesús como el caso más conveniente para este fin, porque es ella la que con más frecuencia ha sido cali– ficada de enferma de histerismo. La Santa pasó su primera juventud entregada a las prácticas usuales de la Regla del Carmelo, senci– llamente, sin que nada se notara en ella de extra– ordinario. De carácter apacible y firme, tan firme que pudo vivir veinte años, de los diez y ocho a los cuarenta, en perfecta ejecución de los preceptos de su Regla; amante de la vida oculta y silenciosa de la celda, en ella practicó en grado heroico todas las virtudes: la paciencia, la obediencia, la modestia, la virginidad, la mortificación, el horror de la mentira, la santa pobreza; y todo ello sin ostentación, recatadamente y en la soledad. A los cuarenta años fué agraciada con la ora– ción sobrenatural, y entonces tuvo los éxtasis. Du– rante ellos nada de aparatoso; ni convulsiones, ni posiciones teatrales, ni estados tetánicos, ni alucina– ciones. Los que tuvieron .ocasión de verla en estos mo– mentos, se sentían sobrecogidos de respeto y de ad– miración al ver la serenidad y el embellecimiento de todas sus facciones, y el recogimiento y la modestia de toda su persona. Al salir de los éxtasis, la Santa tomaba la plu– ma; y la que antes era tan ajena a toda literatura, ahora producía sus incomparables escritos, con los cuales se reveló al mundo maestra sin igual en Teo– logía mística, historiadora eminente, eximia poetisa; con una filosofía tan elevada y original como su teo– logía, modelo en el arte del bien decir, llena de do– naire y elegancia, y con una gracia tan fina y espi– ritual, que desde hace cuatrocientos años, forma las delicias de los que la leen; por estas tan excelsas do– tes la Santa Iglesia Católica la ha aclamado Doctora Mística.

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