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riológica, cuestión en la que había que "Pensar" y no "ver" u observar en el microscopio. No fué, sencillamente, más que esto: la consideró una cuestión muy relacionada, sí, con las ciencias naturales, pero no exclusiva o principalmente en €1 campo de éstas, sino en el del pensamiento y por eso la dejó para sus ELEMENTOS DE FILOSOFIA. No es el Dr. HERNANDEZ, como dice Razetti, con– trario, aunque no lo acepte como una verdad científica– mente demostrada, al "origen simiano del hombre", ni "se– para este ser de la evolución general de los organismos". Adelantemos estas palabras de HERNANDEZ, que cita– remos nuevamente cuando vengan al caso : "Esta doctrina de la evolución concuerda per– fectamente con la verdad filosófica y religiosa de la creación, a la vez que explica admirable– mente el desarrollo embriológico de los seres vi– vos, la existencia en ellos de órganos rudimenta– rios, la unidad de estructura y la unidad funcional de los órganos homólogos. La misma generación espontánea nada tiene de opuesto a la crea– ción. . . . etc". 14.-Vean los que lo creían miedoso ante la verdad, a qué cnnclusiones llega el Dr. HERNANDEZ en su búsque– da impaciente de la misma; hasta a concederle a los que se creían sus enemigos en el campo científico, el que no sean opuestos el evolucionismo y el creacionismo, y a conceder que ni siquiera la hipótesis de la generación espontánea, que él rechazaba de plano, lucharía con el concepto de crea– ción. Y hablaba del evolucionismo en relación con el hom– bre, adentrándose de pleno en la cuestión, en el cual, bas– taría la infusión del alma en un organismo perfeccionado por Dios para que esta acción fuera verdadera creación. El solamente hablaba de la no-repugnancia, de la posibili– dad, sin admitir por eso, de plano, las teorías evolucionis– tas. Citemos sus verdaderas palabras: "La manera como fué creado (el mundo), no ('S posible conocerla científicamente, porque sien-
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