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tual, empieza a ser filósofo; le preocupa la cau– salidad, la modalidad, la finalidad de todo cuanto ve". (a). 5.-Con sus dotes de observador, había visto en el pue– blo esta misma ansia de saber e interpretar y al mismo tiempo esas geniales interpretaciones que nos da la filoso– fía popular condensada en aforismos y refranes. Son es0s "algunos poquísimos principios filosóficos que le van a servir para irse formando el pequeño caudal de ideas que han de ser alimento de su inculta inteligencia". (b). 6.-Yo firmaría incondicionalmente estas otras frases del Dr. HERNANDEZ, que tan bien conocía el alma de su Patria y el carácter de sus compatriotas: "El alma venezolana es esencialmente apasio– nada por la filosofía. Las cuestiones filosóficas la conmueven hopdamente y está deseosa siempre de dar solución a los grandes problemas que en la filosofía se agitan y que ella estudia con pa– s10n. La ciencia positiva, la que es puramente fenomenal, la deja la mayor parte de las veces fria e indiferente". (c). No se sabe de donde ha sacado el alma venezolana esta ansia de solucionar los problemas vitales, más que los pro– blemas científicos, esos problemas que el Dr. HERNAN~ DEZ llama fenomenales usando la terminología kantiana, en oposición al "fenómeno", lo que se ve, lo que no es la "cosa en sí", al "noumeno", lo que es la "cosa en sí" la esencia de las cosas, lo que son ellas mismas, la Verdad. Esta es la filosofía del alma venezolana. Quizá sea porqu(• pesa sobre el alma de esta nación una herencia ancestral de selva y naturaleza, de "cosas en sí", gl'andes, magnífkas en su desnudez sublime para el alma del hombre que s<· acerca a ellas y las quiere interpretar con un sentido, ,:;o?, (;1) (l>l (<') ,J11s(· C1·•·1•:01·io l-kn1{rnd<'h I•:l,•11H•1dos d,· l•'il11 sofía. ~'.' i·di,·11·111, '1'1¡1, l•:I ('iqn. <1:11·:icas, 1!>12. f>rúlogn, pú_t~·. i,. 1 'i ! J

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