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en la vida, además de las verdades ciertas de la fe, lo debe– mos acercar a nosotros con esta ansia. Es el único tesorn que podemos poseer en la vida, porque es el único que nos llevaremos después de la muerte. 3.-El Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ publicó, para uso de los alumnos, un texto de Filosofía, apesar de que no era ésta su asignatura y su especialización oficial. Son solamente, como nos lo dice el mismo título, ELE– MENTOS DE FILOSOFIA, que alcanzó una segunda edi– ción y fué declarada obra de texto en los centros oficiales. En ella, además de las ideas obligadas por la pedagogía, las ideas heredadas, hemos encontrado chispazos de su mente inquieta, mane1·as nuevas de enfocar las ideas y so– bre todo de expresarlas. Hay una claridad en los párrafos concisos de esta obra, que para mí confieso que ha sido una tentación, al examinarla, el leerla toda entera, a pesar de ser simplemente un manual de Filosofía, porque he encon– trado ideas tan claras, tan sencillas y precisas, que me he admirado del poder de concisión y de síntesis del Dr. HER– NANDEZ. El prólogo, que es en sí una pieza literaria de valo1· innegable, nos lo muestra tal como era HERNANDEZ ante la Verdad. Un hombre inquieto, que busca el motivo final de todas las cosas y quiere infundir en sus compatriotas este mismo anhelo, dándoles al mismo tiempo la solución. 4.-"Ningún hombre puede vivir sin una filosofía". Son las primeras palabras de este prólogo, en el que se declara pensador por necesidad interna, y pone esta mis– ma norma para todos los demás. Esa necesidad interna que él sentía, de interpretación del mundo y de los aconteci– mientos, la hace regla general, porque creía, quizá un poco ingenuamente, que todos sentían esa misma tortura de se– cretos que hizo su vida ansia de verdad. ¿No será que está él mismo retratado en las líneas si– guientes, en aquel niño prematuramente pensador? "En el niño observamos que tan luego como empieza a dar in<licaciones d<'l desaJTollo int<•l(•(·- --- 17~