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4.-Para nadie tuvo preferencias, ni siquiera para los que entonces regían los destinos de la República, y ante los que siempre se dobla la rodilla servilmente, por una falsa cuasi-justicia aceptada entre los hombres sin criterio. Siendo Presidente de la República el General Andrade, de quien él era médico particular, vino un sobrino del Gene– ral Presidente, ya adelantado el curso, con el fin de ingresar en la Universidad. Todos los profesores lo admitieron, por la recomendación de su tío. Solamente el Dr. HERNAN– DEZ se opuso tenazmente, sin temer una pérdida de con– fianza por parte del Presidente, o una represalia. Se mos– tró inflexible y no se le pudo admitir. Todos quedaron edi– ficados de la justicia de aquel hombre que no tenía otros miramientos que los que da la virtud y el trabajo, ni otras miras para obrar que Dios, la ley y su conciencia. 5.-Cumplió con estricta justicia y con una asombrosa puntualidad sus estudios y las comisiones gubernamentales. que le fueron encomendadas, el alto empleo de Catedrático de la Universidad y Director del Laboratorio de Fisiología. Con igual exactitud cumplía con sus obligaciones en el Hospital Vargas y con sus deberes como médico en la asis– tencia a los enfermos. Si alguna preferencia tuvo en su vida, fué precisamente por los desheredados de la fortuna. Su hora de una a tres menos cuarto, dedicada a los enfermo!'!: pobres, era siempre respetada sobre todos los compromisos. En aquellos momentos nada le podía distraer de aquel acto de justicia, por el que daba a los pobres lo que ellos justa– mente como hijos de Dios pedían: un poco de caridad y un poco de cariño. Le parecía más justicia, porque en cada pobre enfermo veía la imagen del Hijo de Dios llagado y pobre por nuestro amor. Solamente estas horas eran in– terrumpidas en casos de urgencia, para auxiliar a un mo– ribundo. 6.-Nunca exigió más de sus honorarios fijos. Ricos. y acomodados pagaban lo mismo, aunque su enfermo fuera el Presidente de la República. Fué médico de siete Presi– dentes de la República y de sus familias. pero nunca se lu– cró, ni siquiera en influencias con esta intimidad de los más -16-1-

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