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COPITULO UNDECIMO OTRAS VIRTUDES 1.-La virtud del Dr. HERNANDEZ se apoyaba como sobre cuatro goznes en las cuatro virtudes que tan sabia– mente la Iglesia llama "cardinales", porque sobre ellas, como sobre cuatro bisagras, se sostiene la puerta de la vir– tud, por la que todos tenemos que pasar para entrar en el palacio de la santidad. 2.-Proverbialmente era la prudencia del Dr. HER– NANDEZ, que parecía una norma de vida, como si nunca quisiera dar un paso que no estuviera medido y contado, controlado siempre por la consulta. No solamente consul– taba sus resoluciones con sus directores de espíritu, el Ar– zobispo Mons. Castro, el canónigo Cruz Guitián, el P. Bal– tasar de Lodares y el P. Olegario de Barcelona, ambos ca– puchinos, sino también con otros ministros del Señor, en quienes veía la representación de Dios sobre la tierra y a quienes se acercaba con la misma fe y la misma confianza que lo hiciera si fuera a consultar los pasos de su vida con el Señor. 3.-Hombre de una justicia irreprochable cumplió con sus deberes para con Dios y para con los hombres. Nadíe pudo estar nunca quejoso por una falta de justicia suya. Sus más mínimas acciones estaban ajustadas por esta vir– tud cardinal. Siempre en la casa distribuyó por igual todo, sin predilecciones mortificantes por sus sobrinos o por otras personas. Los regalos que abundantemente recibía en días señalados y en las fechas de su onomástico, eran repartidos por partes iguales entre sus cinco familias, sin reservarse nada para sí. En la Universidad era el profesor inflexible e insobor– nable para con sus discípulos, que sabían que para €1 no representaban nada ni los regalos, ni las recomendaciones y en los exámenes repartía sus notas con una justicia ina– pelable, por su claro criterio y por su cuidado en,que el es– fuerzo fuera recompensado y castigada la pereza, o recha– zada la ineptitud.
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