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a él, paternal, y en voz baja, casi confidencial, le pregunta– ba: "¿ Tienes con qué comprar la medicina?" Y si ellos le confesaban que carecían de recursos, les daba él mismo el di– nero, llegando a veces a tanto su caridad extremada, que a veces iba él mismo desde la cama del paciente, a la far– macia, a buscar la medicina para un enfermo pobre y se la llevaba a su casa. Este fué el rasgo de caridad en el que le sorprendió la muerte: llevando una medicina a una pobre anciana: llevaba en la mano su pasaporte para el cielo. 8.-Lejos de constituirse en "cárcel cerrada de la cien– cia" con las siete llaves de sus términos y tecnicismos, el Dr. HERNANDEZ lo sacrificaba todo en aras de la salud de sus enfermos. Si alguno no necesitaba más que un pedilu– vio, se lo recetaba sencillamente como un baño de pies y con estas palabras las más inteligibles. No necesitaba en– cubrir su ciencia con el aparato mágico de una receta en letra garrapatosa -"de médico"- y en unos términos al– tisonantes de fórmulas químicas. Su consejo y su regla de conducta era siempre ésta: "Es buen médico el que sabe curar a sus enfermos". 9.-Si no le gustaba ser prolijo en sus recetas o diag– nósticos, se exigía siempre a sí mismo el ser certero en la fórmula y en la apreciación del diagnóstico. Su _método de trabajo, como lo pudo apreciar un Padre Capuchino a quien consultó ese mismo método, era el siguiente: primeramente escuchaba con atención al enfermo, sin dejarle perderse en detalles inútiles y en divagaciones innecesarias y si era ne– necesario tomaba apuntes. Después entraba a su habita– ción particular, donde tenía un libro de recetas hecho por él mismo y en el que había apuntado sus experiencias per– sonales, recetaba a sus enfermos. Quería tener siempre una confianza lo más segura posible en el diagnóstico. Por eso eran tan frecuentes sus entradas a su habitación parti– cular, en la que tenía sobre la mesa el libro-recetario, fruto de su propia experiencia profesional. (e). (e) R. P. Froilán de Rionegro, célebre historiador de las Mi– siones de los PP. Capuchinos del tiempo de la Conquista. -161-
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