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mágica, con un mag1c1smo de talismán o de piedra filoso– fal: "HERMANO". (0). 6.-Todos los dolores del mundo le llegaban a su alma para hacerle sufrir, y también para que en lo que Dios le había facultado, aliviara los dolores ajenos. Cuando llegaba a su casa al mediodía se la encontraba llena de enfermos pobres. Nunca le dolió que alguno de sus clientes ricos fal– taran, por no mezclarse con la "carroña del pueblo". Se acordaba de aquella frase sublime de Jesús: "Lo que hicísteis por uno de éstos, a Mí me lo hicísteis". Y con el mismo cariño con que hubiera curado las car– nes maceradas del Maestro, curaba las llagas y las dolen– cias de aquellos pobrecitos deshereda<los de la fortuna. 7.-Para los enfermos, su caridad era inagotable. No solamente tenía horas para recibirlos gratis, y con las mis– mas atenciones que a los que pagaban sus honorarios, sino que él mismo les facilitaba las medicinas. Venían hasta él de los más remotos lugares de la República y se recuerda el caso de una señora que vino desde Puerto Cabello, con el solo fin de consultarle y el Dr. HERNANDEZ no le quiso cobrar nada por las consultas, porque. . . . bastante le ha– bía costado el viaje .... Sabía el don difícil de hacer la caridad sin herir la susceptibilidad de los pobres. Cuando terminaba la con– sulta de un pobre, despm'is de diagnosticarle, se acercaba ( *) de su amor y compas10n por los "hermanos animales" nos, habla el Dr. José Izquierdo, su antiguo discípulo: " ... extendiendo su bondad hasta a los animales, nos insinuaba con ahinco, como un dolor moral, que todo experimento debe ser hecho bajo anestesia clorofórmica, aunque se tratara de los animales más viles o en aparien– cia más insensibles, y así nos demostraba cómo se dormía a una rana o a una sanguijuela echando unas gotas de cloroformo en el agua en que estaban sumergidas". (d). (d) El Dr. Izquierdo, desmintiendo algunos motivos del "Bachiller Munguía" en sus artículos "Desván de 'anécdotas" de El Heraldo. Homenajes, 557. -160 -