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cisamente fué la caridad, y no ningún otro rasgo o virtud el que escogió Jesús como seña de sus verdaderos discípulos: "En esto conocerán que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros como Yo os he amado" (d). Llevemos nuestro amor al Hermano de todo el mundo hasta esta exquisitez del doctor HERNANDEZ, turbado por una conversación oída solamente, contra la caridad. 18.-Procuraba hacer oración siempre que sus ocupa– ciones materiales se lo permitían. Todo momento libre era para él una ocasión que aprovechaba para levantar los ojos a Dios y hacer un acto de amor. Leía los libros espiritua– les que podía, y en sus viajes siempre llevaba, con el rosa– rio, su libro de meditación. Para ejercicios de las lenguas que dominaba, aprove– chaba el hacer sus meditaciones en libros selectos, escritos en francés, en inglés o en alemán. Así nos lo cuenta un religioso domínico que viajó con él, y que movido de curio– sidad por el libro en que tanto leía el doctor durante la tra– vesía, pues había podido observar en él una formación muy sobre la espiritualidad ordinaria, aprovechando un momento de descuido, examinó el libro. Era un tomo de formación ascética, gastado por el uso continuo, y estaba escrito en alemán. No sabemos lo que pasaba entre su alma y Dios en aquellas noches en las que después de cerrar él personal– mente el portón de la casa que daba a la calle, se encerraba en sus habitaciones, que él había hecho aislar hasta mate– rialmente del resto de la casa, y cuando su hermana iba por la mañana a recoger la lámpara de kerosene, la encontraba vacía. Se había pasado la noche en el estudio y en la ora– ción, robándole al sueño las horas que él no creía necesarias. Y todas las mañanas se levantaba a la mismo hora, aunque hubiera tenido que ir por la noche a ver algún enfermo, para dirigirse a la iglesia de Las Mercedes o de La Pas– tora, a oir su misa diaria. (d) Evang. S. Juan, XIII, 35. -1G6-

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