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mos en ese bien, y viceversa, al creer en ese bien, en razón de bien lo deseamos, y esperamos de Dios que con nuestro esfuerzo unido a su bondad nos lo ha de conceder. Así nos lo dice San Bernardo, en su estilo conciso y pletórico de ideas : "Cuanto uno cree, tanto espera" (b) . Santo Tomás en su Suma Theológica, nos define la Fe de esta manera: "Una virtud sobrenatural por cuyo influjo el entendimiento se adhiere inquebrantablemente y sin te– mor de errar, a Dios, como fin y objeto de la eterna bien– aventuranza, y a las verdades por El reveladas, aunque no las comprenda". Y la Esperanza: "El deseo de un bien futuro, arduo y posible". 3.-Si según la frase de San Pablo, el justo vive de la Fe, la vida del doctor HERNANDEZ está acoplada de lleno a esta frase, pues siempre sus miras fueron tan elevadas en su modo de obrar, que parecía no intentar en todo sino la sobrenaturalidad de sus actos, para que estuvieran siempre revestidos de ese ambiente sobrenatural que da a todas nuestras obras la Fe. Parecía su vida diaria no más que una continuación de aquella misa fervorosa, de aquella meditación profunda, de aquella comunión cálida de fervor en la Iglesia de Las Mercedes. Sabía dar a su vida un tono espiritual que parecía que si iba por la calle, atravesaba una de las naves laterales de la Iglesia de Las Mercedes, si hablaba, lo hacía con unción religiosa, lo mismo que si lo hiciera en la iglesia, y de su profesión médica hacía un rito casi sacerdotal. Toda su vida estaba ambientada por esta virtud que lo hacía siem– pre mirar más lejos de la tierra, como si detrás de todas las cosas viera un campo abierto a sus ansias de santidad. Toda acción era para él una posible moneda para dar más gloria a Dios y alcanzar un lugar más cerca de El en el (b) S. Rern. "Quanturn quis credit, tanturn sperat" (De Pas. cap 4:3). - IIH

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