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por tres veces quiso demostrar a Dios que era capaz de to– dos los excesos y de todas las renuncias, por El, y a quien Dios volvió al mundo, porque el mundo, más que el claus– tro, necesitaba ejemplos vivos de santidad, y también por– que se necesitaban más cuadros plásticos de médicos san– tos en medio del mundo, que de monjes en la soledad. Dios le destinaba para el apostolado del ejemplo. CAPITULO NOVENO VIRTUDES 1.-Según el Catecismo Romano, a la Gracia santifi– cante "acompaña una nobilísima comitiva de todas las vir– tudes, que son infundidas de un modo divino en el alma con la Gracia" (a). Lo mismo que nuestra alma está adornada ,con las facultades que le permiten ejercer sus propias acti– vidades espirituales, así el alma, informada por la Gracia santificante, que la hace Hija de Dios, tiene sus facultades que son las virtudes y los dones del Espíritu Santo, que la informan, la elevan y la hace apta para actuarse en obras sobrenaturales. Son, por tanto, hábitos o disposiciones per– manentes, de los cuales se sirve el alma para obrar el bien. 2.-Hemos estudiado la personalidad del doctor HER– N ANDEZ como hombre y como hombre de Dios. En todo ello hemos podido apreciar ese estado de unión con Dios por medio de la Gracia. Ahora nos corresponde estudiar esta gracia en sus manifestaciones por medio de las virtudes, que son sus instrumentos. Porque ellas nos unen inmediatamente con Dios, vere– mos primeramente cómo ejercitó en su vida las virtudes teologales. Y por la relación que tienen entre sí, estudia– remos la Fe y la Esperanza desde un mismo punto de vista, pues la Esperanza cristiana es tan inseparable de la Fe que no se concibe la una sin la otra. Si la Esperanza es la espectación de un bien sobrenatural que no poseemos, cree- (a) Catech. Rom., p. 2, c. 2, N• 51. -14.7-
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