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estas dos posibles explicaciones, que fueron las que circu– laron por la Cartuja a raíz de su partida : "Como razón de su salida se nos dijo que se había visto obligado a volver a Caracas porque había dejado tres hermanas jóvenes, que todavía no se podían valer por sí solas" (j) . A primera vista esta razón no nos convence. Otra de las razones que se adujeron en la Cartuja para su partida fué ésta: "Había abandonado Caracas sin comunicar a nadie dónde se encaminaba. Los médicos de la ciudad descubrieron, por fin, su retiro, después de muchas y largas averiguaciones, y lo obliga– ron a volverse a ella". Claro que esta razón es tan frágil como la anterior, y que ninguna de ellas convence ni tiene visos de ve!"dadera. Hay otra que se apunta en una de las cartas llegadas de la Cartuja, y que es más verosímil, quizá la verdadera, entre todo el misterio en que se quiso envolver la salida de este hombre que tampoco gustaba de confidencias inútiles: el trabajo manual, que se le hacía muy penoso, por su falta de costumbre. El mismo Don Longin nos dice que no tenía la misma disposición para la vida práctica que la que sin duda tendría en su profesión de médico. En la Cartuja le tenían determinado a cada uno su trabajo en las dos horas en que se dedicaban a las faenas manuales. Cada uno tenía que aviar un número determinado de leños para la cocina conventual, lo que resultaba muy duro para JOSE GRE– GORIO, nada acostumbrado a esta dase de trabajos. "Un día le pregunté -habla el doctor Domi– nici -si había recibido alguna decepción en la Cartuja. Ninguna, me respondió, aquello es su– blime, un pedazo de cielo en la tierra; pero des- (.i) Todas estas cartas se pueden encontrar en el archivo de la Postulación de la Causa de Beatificación. Sección Epistolar. -122-
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