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hemos lamentar su extrema decisión, porque sus– trae a nuestra actividad social un elemento útil, separa de la masa general de la nación una parte noble, apaga en la Universidad una luz y resta una inteligencia en el concierto de las actividades científicas del país. A muy profundas consideraciones de psicología social se presta este hecho insólito en nuestra vida nacional; pero no es éste el momento de hacerlas. L. Razetti (g). 8. - Por fin JOSE GREGORIO había encontrado la paz que anhelaba. En aquel retiro su alma se acercaba a Dios, y le daba gracias porque le había dejado demostrarle su amor de una manera tan agradable para él, que sola– mente buscaba la soledad para estar con Dios. El le había exigido el sacrificio solamente, pero los planes sobre aquella alma de quien todavía necesitaba el mundo, eran muy otros de los que JOSE GREGORIO creía. Para Dios vale tanto el empuje valiente como la obra misma, para quien no puede realizarla. La hazaña de la pequeña· Teresa de Ahumada, que ~e lanza camino adelante hacia tierras de moros "para que la descabezasen" por Cristo, tiene el mismo valor que la oblación completa de los degollados y descabezados por amor del Mártir del Gólgota. 9. - Es interesante, para este período de la vida de JOSE GREGORIO, el testimonio presencial de un amigo que lo visitó en la Cartuja durante el Noviciado. Fué en noviembre de 1908, estando JOSE GREGORIO en el tercer mes de su Noviciado, cuando el P. Arteaga, (*) sacerdote se– cular, actualmente Cardenal Arzobispo de La Habana, se llegó a hacerle una visita a la Cartuja de Farneta: "No sin alguna dificultad pues la regla no permite a los novicios recibir visitas, pude llegar (g) HOMENAJES, pág. 106. (*) Actualmente Cardenal Arzobispo de la Habana. -110-
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