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fundas consideraciones filosóficas, ese lamenta– ble desprendimiento de las actividades, y esa re– nuncia a una elevada posición social, posición donde se agasaja por sus virtudes y merecimiell– tos, para dedicar los restantes días de su vida a ese aislamiento de los afectos, de la Patria y del mundo. Las almas sencillas, esas almas que pa– san por entre las infinitas miserias humanas ha– ciendo el análisis de la vida en todas sus mani– festaciones, son prontas para amar el triste retiro de este mundo, donde se alza soberbia la mentira, la perfidia, la ingratitud, y todo ese en– gendro de pasiones que hace· desgraciada a la humanidad y le oscurecen el verdadero camino de la felicidad. El Dr. José Gregorio Hernández deja en Caracas el recuerdo de sus virtudes y los esplendores de su inteligencia como herencia moral del que vivió en esta sociedad siendo a la vez, con su ejemplo, médico de las almas extra– viadas; con su ciencia, médico de los cuerpos en– fermos, y con su infinita bondad médico de los tristes, de los humildes, de los desamparados. Allá, en sus horas nostálgicas, llegarán a su espíritu las sensibles frases de una sociedad que tanto necesita de sus virtudes ejemplares, y q.ie ve en su retiro el apagar de un sol que daba vida y fecundaba la semilla del bien" (f) . 7. - Dejemos aparte tantas manifestaciones en las que se mezclan las pretensiones literarias de aprovechar 1111a noticia excitosa en el campo periodístico con la verdad del sentimiento por su desaparición. Solamente, por su va- 101· la nota preciosa del Dr. Razetti, que comparte con HER– N A NI>EZ la supremacía del aprecio científico en· Vene– z1H•la, y que era su amigo incondicional: "Después de diez y ocho años de vida consagrada a la práctica de la medicina, a la enseñanza cientí- (f) 1,;¡ llt·. HernándPz. Vid. en HOMENAJES, pág. 111.
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