BCCCAP00000000000000000000963

S6 DR. J. M. NUÑEZ PONTE ros deseos o consejos, serios imperativos; sin pretender ave– riguar si la organización intelectual de Hernández podía ele– varle a figura eminente en cualquier esfera, no podemos prescindir de envolvernos en la mar de conjeturas y presun– ciones al imaginárnosle, en vez de médico: -consuelo y ani– mación del enfermo, sacerdote compasivo del dolor-, ac– tuando de abogado, él que no tenía vena de polémica, con– troversista y litigante fogoso, en los debates de un estrado o de un bufete, ahora frente a un contrario enredador y tra– pacero, luego ante un juez no muy ilustrado, débil o ve– nal. ¿Ni qué campo encontrarían delante de una filosofía escéptica que niega la ley eterna y desconoce la providen– cia, su asentado criterio, su ingénita bondad, sus instintos activamente caritativos, la austeridad de sus severas costum– bres y aquella leal independencia de ánimo, negada para las vías ilegales y para cuanto pudiese oler a hipócrita tras– tienda? Seguramente, no habría sido el varón pacífico, tan fino, sereno y razonador, aunque en ocasiones sanamente tendencioso e irónico, que todos conocimos; sino hubiera te– nido de tronar, de encandecer formidablemente en presencia de los ultrajes a la justicia y al derecho. . . Pero no; era que el agudo instinto paterno le prevenía la senda de la voca– ción no engañosa, cual si columbrara en lontananza la es– trella de una altísima fortuna para el hijo, y determinase· desde luego, limpiándola de cualesquier falaces nubes, ha– cerla foco de expectación para la ciencia médica venezolana. Ello sea como fuere, después de haber visto y gozado el curso esplendente del astro, todo el bien irradiado, cuan– to amor y cuanta luz esparciera, asístenos el derecho de juz– gar que es en la fúlgida parábola de la Medicina donde es– taba trazada su verdadera órbita; y reconociendo la intui– ción avizora de aquel perspicuo padre, hemos de bendecir a Dios, Luz de las inteligencias y Dueño de los humanos des-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz