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'92 DR. J. M. NUÑEZ PONTE "Por lo que respecta al hombre, nosotros creemos firme– mente que su principio vital es el alma racional, conforme lo tiene definido en su sabiduría infalible la Santa Iglesia Ca– tólica", La semilla esparcida por el doctor Hernández en el terre– no rico y apropiado de la juventud, será fecunda; ya lo es, y no dejará de prosperar, por merced de la fácil asimilabilidad con que nuestras generaciones se adaptan las conquistas in– telectuales. Para acreditarlo bastáranos sólo apuntar, ade– más del nombre de Rangel, el de Guevara Rojas, que dejó orgullosamente reputada la fama del estudiante venezolano en los institutos ingleses y alemanes; los de Rísquez, hijo, los Carvallos, José Benigno Hernández, Ascanio Rodríguez, Itur– be, Núñez Tovar, Pino Pou, Medina Jiménez, Carlos Bello, Te– jera, Del Corral, Eudoro González, Romero Sierra, Luciani, Raúl Soto, Alfonzo Rivas, González Rincones, Benchetrit, dis– tinguidos todos en labores muy apreciables de Parasitología; Francisco H. Rivera y Rafael Ernesto López, cuyos saberes clí– nicos son nota de general simpatía y alto aprecio en la repú– blica del Norte, y Francisco Torrealba, que por las comarcas de los Llanos representa un poder tesonero, sobresaliente y práctico de investigación y estudio. No se satisfaría la pluma si dejase de inscribir tres nombres que le asoman a los filos, muy queridos por los firmes recuerdos que sus bellos rasgos y cualidades grabaron en las aulas del Colegio Sucre: Anto– nio José Castillo, calificado por el dinamismo de su acción so– cial, por su lucida actuación en el rectorado de la Universi– dad y por el prestante anhelo de sus iniciativas a pro de la Ciudad Universitaria; Martín Vegas, el leprólogo conspicuo que ha hecho sonar con armonía la fama del saber patrio en asambleas lejanas, y Alberto Fernández, el último preparador de la cátedra de José Gregario Hernández, aventajado en el

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