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DR. JOSE GR~:GORIO IIERKANJr:í: 67 ---- ---· --- La religión católica, pues, que ha tenido a ufanía el siem– pre defender los fueros de la humana razón y contribuír al despliegue de la vida mental, puede enorgullecerse muy le– gítimamente de haber engendrado para la Patria y la Cien– cia este ejemplar de sabio tan conspicuo, tan útil y ganan– ciero, llamado a un oficio superior de renovación, más bien de creación, en el campo de la Medicina vernácula. El primer paso hacia la modernización de la Medicina entre nosotros, fué dado por el Presidente Rojas Paúl en el decreto creador del Hospital Vargas, el cual juntamente con rendir un homenaje patriótico a la memoria del prócer ilus– tre de la ciencia, auguró inmensos progresos, en todos sen– tidos, así para el bien de la comunidad como para el es– tímulo de los practicantes, como para el de las generacio– nes dolientes. Se necesitaba un instituto presentable cuando menos, y medio adecuado a las prácticas quirúrgicas y clí– nicas, menesteres urgentes de la juventud estudiosa, como– quiera que nuestros hospitales eran todavía poco menos que asilos indecentes, casi inmundos. Aquel magistrado com– prendió la necesidad, en el triple aspecto social, científico y cristiano, y puso manos a una obra que hace su nombre in– mortal y bendecido. Otra resolución del mismo doctor Rojas Paúl, sin duda enlazada con el pensamiento del gran hospital, fué la de ir introduciendo en la Universidad asignaturas nuevas, de utilidad y trascendencia efectiva, reclamadas por la evolu– ción de las ciencias, y cuya carencia era ya mengua desdo-– rosa para nuestra Academia. Tal aparece del siguiente tras– lado, fragmento de una providencia del ministro Silva Gan– dophi: "Observándose que los estudios médicos en Vene-
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