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56 DR. J. M. NUÑEZ POJS:TE verbio: ne acquiescas eis (5); abundado de caridad, de cor– tesía y complacencias para sus condiscípulos, a quienes, por un como ascendiente incontrastable, se imponía ya, acostum– brándoles a no excederse y a quererle; el estudiante que sabía cumplir a maravilla sus obligaciones, intensificando sus esfuerzos; para quien eran cosa normal la vida de pie– dad, los ejemplos de virtud, la hidalguía de los sentimientos, del modo mismo que la consagración al libro, que la aten– ción a la clase, que el cuidado al enfermo, que el trabajo del hospital; el estudiante capaz para distribuir eficazmente el tiempo, atento a su fe, sin regatearle a Dios ni tampoco ofre– cerle desperdicios, y dedicando la porción justa y necesaria a los reclamos de sus cursos; el estudiante que veía en el estudio la disciplina formal de su inteligencia, y algo más· su deber de estado, y lo cumplía con espíritu de fe, con vo– luntad y amor, como necesidad de su vocación, necesidad dulcemente tiránica a la cual era preciso dulcemente tam– bién acomodarse; el estudiante que se formaba así, rígida– mente, en la estrecha guarda del deber, en coloquios sin término con la sabiduría, levantando piedra a piedra los ci– mientos de su porvenir y prenunciando, si cabe ya decirlo, al que algún día con sus ideas católicas, con sus títulos mo– rales, vendrá a culminar como subida autoridad, como em– bajador significado del Poder de la Ciencia entre sus com– profesores. En una palabra: el buen estudiante, sin la mm1ma hi– pérbole sobresaliente en grado máximo, cuya actividad, cuyo alcance, cuyos progresos no se podía menos de re:.:o– nocer y de aplaudir. Los concursantes no le miraban ya con prevención ni sorna, más bien le respetaban, no atreviéndo– se a referir delante de él sus andanzas y desvíos ni a pro- '5) P,ovcrb. I, 10.
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