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DR. JOSE GREGORIO HERNANm,z 55 y de su sér. Allí obtuvo la sinceridad y el valor que hacen del hombre un sér abierto al mundo en acuerdo con su dig– nidad, con la paz de su conciencia, con el significado y la dicha de su vocación y destino. Allí se formó apercibido y fuerte para resistir el hálito de las alabanzas y agasajos y que no le desvaneciera su inteligencia ni trocara su corazón. tan reciamente afirmados en la verdad y en el amor de Dios. Allí comprendió que no llega victorioso a cumbre alguna quien pasa su vida lejos de la práctica del trabajo y del deber y deja de sus acciones apenas el rastro que el humo en el aire o la espuma en el agua. Allí aprendió a ser mo– delo y prototipo de virtudes, y en especial para cuando es– taría tan alto. Seguramente conocía el dicho de Silvio Pe– llico: "]os ejemplos son más elocuentes que las palabras". pues éstas conmueven, en tanto aquéllos arrastran y emu– siasman. Había quienes le oyeran y le siguieran. "Si un joven de buena muestra pone confianza en tí, dice Silvio Pellico. sé para él amigo generoso, favorécele con firmes y prudentes consejos; no le lisonjees, pero aplaude sus accio– nes loables y, mediante una censura enérgica, apártale de actos indignos" Aquéllos que por lo claro de sus faculta– des o por su posición elevada superan a sus compañero;:;, recuerden que "con sus ejemplos pueden atraer un gran nú– mero a la senda de las buenas costumbres y merecer así una gran gloria", tal como le escribía San Fulgencio de Carta– geno al senador Teodoro. Tal era el estudiante siempre idéntico a sí mismo, cons– ciente de su propia educación como de su personalidaa, nuevo Ozanam que no se dejaba aturdir por el estruendo de las opiniones que le rodeaban; lleno de respeto y miramien– tos para con todos sus maestros, mas sin hacer caso de lo::, yerros engañosos de algunos, conforme al consejo del pro-
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