BCCCAP00000000000000000000963

52 DR. J. J\I. NUÑEZ PONTE Tenéis ahí uno de los méritos indiscutibles de JOSE GREGORIO HERNANDEZ, la primer prenda de valor que le adorna al empezar su curso de Medicina, en el difícil, in– grato, y para muchos frívolo período de los 18 a los 20, 22 o 25 anos. Le recia educación cristiana de la casa, el más preciado blasón del viejo hogar castellano, y los austeros principios morales de sus primeros maestros, fueron la base de los ex– tensos y bien solidados conocimientos que, con el fin di? abarcar, de transustanciarse intelectualmente el objeto de la fe, llegó a adquirir por largo estudio en punto a apologé– tica, como un arsenal de pertrechos para contrarrestar la in– vasión del error y la seudo suficiencia de la erudición atea. La clarividencia del espíritu, que se ensanchaba día tras día, le venía de la seria meditación y reflexión infatigable sobre las verdades y misterios de la fe, necesidad moral cuya satis– facción constituye un poder que acarrea, dice De Gérando, mucha lumbre y crecimiento intelectual. La energía del alma para sobreponerse a las ajenas flaquezas, para evitar discusiones enojosas, para prescindir de los ordinarios sin– sabores y dominar los disgustos con una suave sonrisa, ha– ciendo callar con todo las audacias adversas, era hija de la oración constante, de la unión con Dios y del hábito de su santa presencia, de la savia jugosa que tomaba en la participación repetida de los sacramentos, la cual comunica al alma un entendimiento de amor y vigor sobrenatural que la desprende y la suspende muy por encima de las mez– quindades y miserias terrenales. Por algo dijo en una oca– sión Barrés: "La Eucaristía es eficaz". Allí, del fondo del Ta– bernáculo escucharía el joven JOSE GREGORIO, como norma para su existencia, aquella enérgica palabra del rey David en su lecho de muerte a su hijo Salomón: Confortare et esto vir!. Allí supo hacer de su conducta el espejo de su espíritu

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz