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CAPITULO II El ambiente universitario. - Un estudiante cristiano. - Su piedad y ejemplos. - El arraigo de la Fe. - Una enferme– dad. - Virtudes robustas. - Progresos intelectuales. - El grado de Doctor. Junto con las originalidades que nos son propias, po– seemos los venezolanos, -para nuestro consuelo, digamos que otros pueblos también,- un fuerte espíritu de imitación; pero nos inclinamos a menudo a remedar como muchachos los defectos más que las calidades meritorias de los extra– ños. Así, por ejemplo, aquí se admira exageradamente, sin reserva, a los Estados Unidos de Norte América, se encare– ce la intensidad exorbitante de su progreso, la corriente febril de su dinero y sus negocios, hasta se han tomado de su constitución doméstica y de sus modos de ser sociales, cosas que realmente son incompatibles con lo nuestro; y por lo contrario, harto poco o nada se ha tratado de adaptar a nuestros hábitos de aquéllas que podríamos decir cuatro vir– tudes fundamentales de su vida y espíritu público, a saber: el amor al trabajo, el culto de la paz, el respeto por la ley y la serenidad política, condiciones inquebrantables con las cuales ha llegado ese gran pueblo a fundar y establecer su nacionalidad robusta y poderosa, pacientemente, en com– pleta calma, sin disturbios, logrando para muchos años, con una estable riqueza y una firme prosperidad, cierta supre– macía mundial bien asentada.
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