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46 DR. .J. M. NUÑEZ PONTE ----- - ------------------------ Talmente, bien como los irisados matices del crepúsculo, nuncios de día sereno y plácido, asoman ya en HERNANDEZ, paraninfos de la optimidad de su persona para la plenitud gallarda de su edad, aquel fondo de incontrastable rectitud, y espíritu de justicia, y ansia de saber, y gravedad del tra– bajo y criterio práctico negado a lo quimérico, a lo ligero y frívolo, y la hermosa euritmia del pensar y del sentir: primi– ·cias de la formación cristiana, gajes de viril excelencia con que descollará no tarde a la vista e imitación de sus con– temporáneos. Espejo de juventud, nada le falta ni en brillo, ni en tersura, ni en fineza. Aunque de exterior retraído y en apariencia frío, guarda una alma tierna, desinteresada y ar– diente; y mediante la reflexión habitual, el apego firme al deber y la regularidad perseverante de la vida, llegará a -apurar el acerado temple de ánimo que ha de distinguirle. Alguien lo ha dicho: el joven que se domina y se modera, que endereza por recta senda su conciencia, es el verdadero creador de su propio carácter.

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