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40 DR. J. M. NUÑEZ PONTE en la única escuela privada existente en el lugar. Era el maestro el señor Pedro Celestino Sánchez, antes marino de profesión, hombre de instrucción no escasa, y si trastornado en ideas, harto afecto a los niños, de buena habilidad y ex– periencia en la lectura de los cursos primarios, muy conoci– do y estimado por toda la comarca trujillana y, además, varón de sacrificios en el ramo, como quiera estuviese figurando en el arte del preceptorado por puro amor, por la sola pasión laudable de enseñar. El maestro Sánchez supo modelar la mente del niño, que se ofrecía dúctil a su manejo, y cuando a vuelta de al– gunos años hubo agotado su repertorio pedagógico, una vez trasmitídole cuanto era su caudal, cuando encontró al aspi– rante suficientemente abastecido y que sabía tanto como él, honradamente manifestó al padre que no poseía otras ma– terias de que instruírle, y le recomendaba aprovechar taa bellas y lucidas aptitudes en estudios superiores, porque in– dudablemente aquel niño era nacido para la Ciencia y las Letras, y rendiría opimo y pingüe granjeo en la heredad del saber. El maestro es de ordinario un redentor y un vidente; y las más veces débensele a él, no sólo las luces prime– ras que alumbran hasta muy lejos el camino de la vida, sino el frutecer y el éxito cumplido del talento, la fijación de los rumbos ciertos por donde se ha de enderezar el espíritu para lograr los fines de la vocación personal, y lo que es más, el futuro provecho y gloria de la comunidad, cuando, adivinando en el joven la eficiencia de una promesa, con el instinto superior y propulsivo del bien lo arranca del regazo familiar, no sin dolor mas con seguro criterio, y lo hace en– viar a un centro adecuado donde cultive, donde salve sus facultades y se aperciba a la misión para que sea predesti– nado. No es vanidad ni necio alarde, antes sí orgullo muy

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