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DR. JOSE GREGORIO IIERNANDEZ 39 dre que me amaba, desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en la ciencia de Dios y me puso por guía la santa ca– ridad 1 Su espíritu curioso, despierto, pensado, ordenado; su corazón expedito de temprano para el bien, pronto a la obe– diencia, compasivo y generoso; su pudor angelical, bañado por un como rocío celeste; sus mismos juegos inocentes y qeniales; su sicología entera, que revela adelantadas dotes, propicias al trabajo intelectual y a la práctica de la virtud, presagia las más risueñas esperanzas a sus padres y parien– tes. Muerta su madre (2), y habiendo recibido en la casa según era costumbre la instrucción básica del catecismo, la lectura, la historia sagrada, rudimentos de lenguaje y de nú– meros y como frisase ya a los nueve años, fué matriculado (2) El óbito de la señora Hernández fué el 29 de agosto de 1872, r,n robusta edad, cuando prometía días de dicha a su familia. Dama· , dortunada y feliz, en su línea lejana, hemos apuntado en la nota an– lmior, se encuentra el nombre del insigne Arzobispo de Toledo, Regente , le Castilla, una de k1s más excelsas figuras de la historia de España, el Cardenal Fray Francisco Ximénez de Cisneros. Rica de primores en lo físico, más aún en lo moral; aleccionada en la doctrina de San Pablo: omnia ves.Ira in charitale fiant, emple.aba sus economías, sus desvelos ,, influencias en pro del menesteroso, en ayuda del pueblo, por lo cual ::11 prematura muerte fué llorada por aquellas tierras como se llora a 11n bienhechor. De su piedad y religioso fervor quedaron memorias en o:I templo de su parroquia, en donde los ornamentos sacerdotales y las 1opas de los altares eran obra de sus manos. De una sentidísima necro– loc3ía, impresa en Betijoque y firmada por los señores F. de P. Moreno, Miguel A. Castro y Jesús María Peña, copiamos el siguiente expresivo ¡ ,árrafo, como relieve de la dulce caridad de tan digna matrona, anti- •·i ¡,o de la inagotable de su ilustre hijo: "Por doquiera se oyen los ge- 111idos de un pueblo afligido que rodea su cadáver pagando un tributo ,!,, gratitud: el uno lamenta la pérdida de su consoladora; el otro llora ::111 consuelo a su medianera; el huérfano expresa su dolor en el falle– ,·1 rniento de su protectora; la viuda ha perdido el asilo de su necesidad; ,,¡ pobre, la que socorría su miseria. El enfermo y paciente postrado en ::11 lecho no verá ya a su cabecera aquella mujer caritativa que alivia– ¡" 1 :;u dolencia, y encarecía su sufrimiento PC;;ª inclinar en su auxilie, , 1 1 o:; profesores y curiosos. y todos gimen.

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