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VISION DE ARTE A mi respetado amigo el señor Pbro. y Dr. Rafael Lovera, Teniente Provisor y Pro-Vicario General del Arzobispado. Tomé entonces la pluma y escribí con desencanto: Capí tulo segundo. El Arte. La tarde estaba cálida, tempestuosa y cargada de fluíd0 eléctrico que obraba implacablemente sobre mis nervios, co– municándoles unas como corrientes no interrumpidas de ma– lestar. Había tenido durante el día un trabajo fuerte y emo– cionante, y me sentía con cansancio físico muy pronunciado. Traté de coordinar mis ideas para comenzar a escribir. confiado en que el movimiento producido por la composición intelectual, me haría olvidar el cansancio del cuerpo y lo~ trastornos nerviosos de causa meteorológica. ¡ Vano intento 1 mis esfuerzos en este sentido fueron inútiles; por el contrario, lejos de harmonizarse las ideas se me empezaron a confun– dir lamentablemente. A mi alrededor los objetos tomaban formas fantásticas, moviéndose caprichosamente y agitándo– se en un baile siniestro y lúgubre. En particular, un ramo de viejas flores que estaba olvidado sobre la mesa en que me había puesto a escribir, me producía la ilusión de que estaba
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