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DR. ,TOSE GREGORIO HERNANDEZ 277 Después empiezan los Nocturnos. Al través de las notas musicales, se adivina la ardiente pasión de los corazones que palpitan bajo aquellos sudarios por la gloria de Dios y por la mísera humanidad. Los coros alternan en animado y ve– hemente diálogo y los versos de David brotan de aquellos labios inmaculados como centellas viajeras de la tierra al cielo.~Señor Dios nuestro 1 cuán admirable es tu nombre en el universo entero 1 • Cuán elevada es tu grandeza sobre los cielos 1 . Los cielos narran la gloria del Señor y el firmamen– to anuncia la obra de sus manos 1 La petición se hace inflamada por todos los hombres; na– die tema quedar excluido de aquella intercesión poderosa; y porque aquellos inmolados saben bien que Dios hace salir su sol sobre los buenos y sobre los malos, y que no hay fal– tas aisladas a causa del terrible contagio del mal, por eso cantan al cielo con tranquila confianza: ¿Quién podrá com– prender lo que es el pecado? Límpiame de las culpas escon– didas y de las ajenas. Señor, mi favorecedor y mi redentor 1 Las horas pasan como una ilusión y finalizan los Noctur– nos para dar comienzo a las Lecciones. En evocación esplén– dida se cantan entonces las glorias de la creación. Las cria– turas van apareciendo una a una obedientes a la voz omni– potente que de la nada les da el sér. La luz empieza desde aquel instante su viaje fantástico por los indefinidos espa– cios del universo. La materia en estado caótico, lo tierra in– forme y vacía, el sol, la luna y las estrellas. Luego se canta la maravillosa aparición de la vida en la tierra y en el fondo del mar, y al fin, en una frase musical anunciadora del gran suceso, se publica al mundo atónito la grandiosa aparición del hombre y su origen divino. Terminada aquella narración incomparable, la comuni– dad entera conmovida entona el grandioso himno triunfal: A

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