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258 DR. J. M. NUÑEZ PONTE Años más tarde, uno de nuestros más queridos y popula– res p~ofesores de Medicina en la Universidad escribió un es– tudio sobre el histerismo, en el cual sin ningún reparo afir– maba que Santa Teresa estaba afectada de la neurosis y que sus éxtasis eran los llamados éxtasis histéricos (1). Con qué dolor leí el artículo de mi maestro! Cómo de– seaba tener un gran caudal de saber y de elocuencia parn defenderla de tan inconsiderada apreciación! Muchos años después pude estudiar sus obras y fué en– tonces cuando vine a apreciar la verdadera grandeza de la Santa y a comprender que la idea que acerca de ella me ha– bía formado en los primeros años de mi vida, distaba de la realidad cuanto dista la tierra del cielo. Entonces también la empecé a amar y a venerar más si cabe, por otra razón. De todos los Santos que forman el es– plendor del Cielo y constituyen la gloria extrínseca de Dios, ninguno, si exceptuamos a la Santísima Virgen, tiene para el pueblo cristiano y para la Iglesia entera la significación y el valor de San José. Todos vivimos en el amor y en la vene– ración del Santo que no tiene semejante en la inmensidad de la gloria. (1) Alude a un artículo del doctor Guillermo Morales, publicado a primeros del año 1885 en "El Repertorio", periódico que era órgano de la Sociedad Santa María. En dicho artículo el autor, no obstante la fama con que llegaba 'de Europa, dando de mano a la sanción de la verdadera ciencia y a vueltas de hablar sobre magnetismo, hipnotismo e histerismo, pretendió reducir a puras mistificaciones algunos milagros de Jesucristo, los de Lourdes, los éxtasis de los Santos, en especial de Santa Teresa, y la impresión de las Sagradas Llagas en N. P. San Francisco. Excusado es decir que el Pbro. Dr. Juan B. Castro, director de "El Ancora", salió por los fueros de la verdad y de la ciencia cris– tiana.
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