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254 DR. J. M. NUÑEZ PONTE 01gms dulces y halagadoras, no atendáis a las voces sm1es– tras que os llaman hacia los malos caminos! Buscad la sen– da del amor y la luz, la senda de la verdad que liberta a in– dividuos y pueblos, la senda de la bondad y la justicia, que está en Cristo y su celestial doctrina. Apegaos a la fe sal– vadora y "sea cual fuere vuestra carrera, -os lo dice Pas– teur,--- no os dejéis tomar del escepticismo denigrante y es– téril" (4). Ejercitad cuanto queráis en vía derecha vuestra razón,, y veréis cómo ese camino no os induce 'a la incredu– lidad; no abandonéis la promesa segura de Cristo por las va– nas cavilaciones de los hombres. Os ha tocado, ciertamen– te, una época de tempestad en las ideas que acaso mueve a miedo o suspicacia vuestros ánimos y entenebrece vues– tros espíritus: hodie tempestas, rutilat enim triste caelum (5); pero habed confianza en la clara doctrina contra la cual se estrellan las borrascas de los tiempos, y que se sostiene como un prodigio viviente al través de las concitaciones de los siglos. No os avergüence deciros hijos de esta Iglesia que engendra almas como nuestro HERNANDEZ. Acogeos a esta Arca a la cual Dios prepara, en un porvenir no tardío, nuevas revelaciones y nuevos triunfos para la paz universal. José Gregario Hemández, criatura privilegiada, es símbo– lo de honor, de gloria, de santidad, ufana alegría no sólo de su pueblo nativo, no sólo de su Estado, sino unánime de Venezuela, que viene aclamándole intercesor ante Dios cada día con más devota piedad y firmísima esperanza en su me– diación. (4) Discurso en la Sorbona, 1892. (5) Math, XVI, 3.
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