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DR. JOSE GREGORIO HERNAND:,z 239 vaciló al emitir la opm1on de que en otro país ya se hubiera incoado el proceso para pedir la venerabilidad de las virtu– des del doctor Hernández. No queremos anticiparnos al juicio de la Iglesia, tan de– licada, tan severa, tan sabia, para inscribir un nombre en los dípticos de los bienaventurados; no queremos incitar las almas a rendir honores religiosos a un muerto insigne por más que fuese tan abundado de preseas espirituales; pero hemos oído de favores obtenidos por su intercesión. Así, al día siguiente de su muerte, la liberación de un preso harto conocido entre nosotros; la realización de un negocio para el que no se tenía esperanza y una infinidad más de favo– rss, particularmente curaciones obtenidas por enfermos, caso3 extremos de desahucio, y cuya efectividad ha sido inexpli– cable para los simples recursos médicos. Ni queremos tam– poco adherir a éstos el valor de la fe; mas sí nos da qué pensar el que Dios no quisiese a Hernández de morador en el ambiente sobrenatural de la Cartuja, y le preparase para su muerte una glorificación tan excepcional y excelsa, en santidad, el Religioso MIGUEL FEBRES CORDERO, perteneciente a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Nativo de Cuenca en el Ecuador, realizó dentro de su república y en varias casas extranjeras de su Instituto, una misión ejemplar, un gran apostolado en la Enseñanza, y se atrajo la reverencia general. Su honorable apellido, tan conocido por acá, en Mérida, en Valencia, en Barinas y otras parles, clarificado por figuras y acciones en lo religioso y en lo cívico, revela el origen venezolano de sus ascendientes; y además, podemos señalar su conno– tación con la familia de HERNANDEZ, pues en el libro genealógico de éste enconlrmno- el ~n•0ce de D. losé Grsgorio Hernóndez de Yanguas y Mendoza con Dª María de la Cruz Febres Cordero, bisabuelos pater– nos de los Hernández, y esta Dª María de la Cruz era hermana de D. Joaquín, abuelo del Religioso que nos ocupa. Se ha incoado en el Ecuador el proceso local informativo, previo a la introducción de la causa de beatificación de este eminente y sabio Hermano Miguel, literato notable, académico de la Lengua, pedagogo distinguidísimo, gloria legítima de la insigne Congregación de San Juan Bautista de La Salle. Con fecha reciente fueron trasladados a Quito los venerandos restos y recibidos solemnísimamente en la amada ciudad.

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