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238 DR. J. l\I. I\TÑEZ PONTE tró en edad todavía robusta, cuando la Patria y la Ciencia podían aguardar aún mucho de sus lúcidas facultades y de su intenso y ubérrimo trabajo. Iba a hacer el bien, a cum– plir una obra de caridad en el lecho menesteroso y afligido de un doliente; camino de la gloria, en busca de la bienaven– turanza eterna. Misterios de Dios, que el hombre, ignorante y débil, no alcanza a descifrar 1 Verán el fin del hombre pru– dente, dice también la Sabiduría, y no comprenderán los designios de Dios sobre él, ni cómo el Señor le ha puesto en salvo (3). Cayó, -así se ha dicho de un alma célebre,– con las armas en la mano, como soldado en la brecha. Cayó, pero no desprevenido, porque no dejó jamás de estar a punto; más aún, deseaba la partida, porque un invencible atractivo le convidaba hacia un mundo mejor. Recuérdese -:::on efecto su plegaria de 1910: "Oh adorable Hostia 1 Creo y confieso que Tú eres real y verdaderamente el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucris– ta, y Te pido que me dés prontamente una santa muerte" (4). El pueblo, tímidamente pero con piedad y amor de co– razón, le ha llamado santo, por su vida, llena de joyas como preciosas margaritas; por su caridad, practicada como lo manda el Evangelio, sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha; por su humildad profunda, que nunca re– :.:onoció los propios méritos; por su castidad, blanca como el ::umiño y oliente como la azucena; por su alma entera, ilu– minada siempre por la luz del eterno Sol de la justicia y del :.:i:mor (5). El dilecto Padre Manuel Aguirre Elorriaga, S. J., no (3) Sabid,IV, 17. (4) V. La Religión, núm. extraord. (5) Tal vez no resulte fuera de cuento indicar aquí el caso de ·Jn ilustre pariente de HERNANDEZ, reputado por santo entre sus com– patriotas. En 1910 moría en uno de los aledaños de la condal Barce– lona, después de una vida meritísima por el resplandor de notoria

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