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TRAGEDIA CONVERTIDA EN CONSUELO NACIONAL Hace treinta y nueve años, parece como si fuera ayer, quien esto escribe, era un niño, pero un clarísimo recuerdo trae a mi me– moria el día 29 de junio de 1919, festividad de San Pedrn y San Pablo. Amaneció esta ciudad de Santiago de León de Caracas, con un claro, majestuoso y bello panorama, El Avila, semej.aba como una pintura de Miguel Angel, donde se veían y parecía que s,3 oyera el ruído de sus cascadas; esa era la aurora que prodigió esta ciudad señorial. Nadie pudo imaginar, ni siquiera pensarlo, que detrás de la belleza colorida se preparaba un nubanón aciclonado, el alegre amanecer se convirtió en forma repentina en un profundo pesar, cuando después del mediodía, voló por todo Caracas, estremeciendo la ciudad, la ingrata noticia de que el "Médico de los Pobres", ha– bía sucumbido ·en la esquina de Amadores, en la simpática Parro– quia de La Pastora: Un accidente automovfüstico había segado la vida al filántropo v•enezolano. El llanto de toda la ciudadanía no se hizo esperar y desde ese mismo instante, Venezuela toda se dio cuenta d,e que lo sucedido como tragedia luctuosa Nacional, era más bien un consuelo, o no era otra cosa que el manto del destino que sirvió de portador del Dios Todopoderoso y llevars,e a su lado a un ser para convertirlo luego en nuestro primer Santo; y así tener nosotros a quien pedirle con amplitud y extremado cariño. Han pasado unos cuantos años, muchos días y cuando, Dios mediante, esperamos su próxima beatificación; rodeado de libros por todas partes y metido dentro de una de las bibliotecas más valio-

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