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TESTIMONIOS 15 abolengo, y al humildísimo varón que dispone sepultar todas sus glo– rias en la oscuridad de una Cartuja .... Y, ya que he estampado aquí este nombre, diré para tenminar, que en ese libro se verá también cómo el Dr. Hernández fué gran– de, (y aun diría digno de elogios) hasta en el error de que se dejó llevar, con doble reincidencia, cuando se creyó llamado a la vida mo– nacal; y del que Dios le curó definitivamente, con las trabas más inesperadas que le puso, como diciéndole: -En el mundo es donde te necesito, las contrari-edades que allí experimentará tu alma, lejos de perjudicarla, no harán sino darle el más alto temple, como al legí– timo acero encendido, el baño de agua fría. Con la feliz realización de esta prueba termina ,el Dr. Núñez Ponte la Historia del Doctor José Gregario Hernández, añadiendo las lágrimas de todo un pueblo, como tributo a la muerte; y el sinnúme– ro de alabanzas después d,e ésta, como emblema de la vida perdura– ble de aquel hombre justo. Mérida, 7 de marzo de 1924. t ANTONIO RAMON Arzobispo de Mérida. Caracas, 16 de noviembre de 1923. Señor Dr. J. M. Núñez Ponte, Director del "Colegio Sucre", etc., etc. Pte. Estimado doctor y amigo : Con sumo placer he leído la biografía del doctor José Gregario Hernández, bellamente escrita por usted, y qu,e me atrevo a llamar también "obra de fe, de patriotismo y de bien". La lectura de esas páginas, escritas con piadosa intención y sa– na crítica, ha prendido en mi corazón la llama del optimismo y d~l entusiasmo, porque en esta época de negaciones y reticencias en cues– tiones de fe y de religión, la vida del doctor Hernández, su doctrina, carácter y piedad son un argumento poderoso para demostrar la per– fecta harmonía entre la razón y la fe, entre las doctrinas científicas
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