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14 Anel Hernández Sotelo cas culturales en donde la muerte dejó de representarse para pasar a presentarse al mundo, es decir, producto de su particu- lar forma de entender la vida y la muerte, y como ello se manifestó en su expresión arquitectónica. La sensibilidad barroca de la muerte La existencia de osarios monumentales en Europa destaca el desarrollo de una sen- sibilidad diferente hacia la muerte, desde el declive de la Edad Media hasta el siglo XVII . Según Philippe Ariès, desde finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI , la concepción sobre la muerte en Occidente cambió de una manera radical pues comen- zó a mirarse no como parte de la esencia biológica del ser humano, sino como una violadora de la vida. 10 Al respecto se debe recordar que desde la época medieval el vínculo entre los vivos y los muertos se en- tendía como algo cotidiano. Los primeros ayudaban a las almas de los muertos por medio de sufragios, pero también muchos muertos aparecían entre los vivos para de- clarar las penas del infierno, la importancia de la buena confesión o incluso para recla- mar justicia. Así pues, “en este sistema de creencias religiosas la conclusión de la vida del individuo sólo puede ser saldada en el Juicio Final […], la biografía humana per- manece irrealizada, sin conclusión hasta ese momento”. 11 En este sentido, la exposición de huesos exhumados en ciertos espacios arquitectó- nicos religiosos, específicamente las capi- llas funerarias o los sótanos eclesiásticos que funcionaron como osarios, no debe entenderse sólo desde la morbosidad. 12 La calavera representaba el miedo benigno del que el buen católico podía y debía ayudar- se para considerar en todo momento las postrimerías. Una muerte súbita, sin pre- via confesión, era el pase directo a los do- lores que padecería el alma en el infierno. En cualquier momento, el señor tocaría la 10 Philippe Ariès, Western attitudes toward Death. From the middle ages to the present , The Johns Hopkins University Press, Maryland, 1975, p. 56. 11 Aaron Gurevich, Los orígenes del individualismo europeo , Crítica , Barcelona, 1997, p. 94. Aunque no es el tema central a tratar aquí, diremos que en el capítulo IV, el autor critica el trabajo de Philippe Ariès antes citado, pues considera que no todas las conclusiones del francés son acertadas. 12 Médicamente la palabra morbo es sinónimo de enfermedad. Sin embargo, son más conocidos los usos morales que se le han adjudicado al término. Lo mórbido o lo morboso se relaciona cotidianamente con “lo malsano” o “lo desequilibrado”, siempre aludiendo a la concepción moral del mundo. Así, el morbo sería una enfermedad moral de las sociedades. Anónimo, Mira que te has de morir … Pintura en la Catedral de Segovia, España Fotografía: Anel Hernández Sotelo

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