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LOS CAPUCHINOS EN EL VlSO DEL MARQUÉS: UNA REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA. Para entender en su justa medida la oposición imperial de la entrada de los capuchinos en España debemos considerar, en primer lugar, que la política de Carlos V (aunque también la de su sucesor ) estuvo sustentada en un cesaro - papismo, en detrimento del poder papal. Est a política unificaba la política, el im– perio y la religión en el Ius Gentíum. Así, "resulta que el emperador tiene una auto– ridad más amplia que la del romano pontífice [porque] la ley imperial afecta a 'fieles e in– fieles', mientras que los decretos papales obligan sólo a los cristianos" 22 . Por otro lado, heredero de la política reformista de los Reye s Católicos cu– yo punto más álgido se manifestó en el Concilio de Sevilla (1478) , el emperador siguió las pautas dibujadas por Francisco Jiménez de Cisneros. En est e sentido, son interesantes las consideraciones de Marcel Bataillon (seguidas por los histo– riadores contemporáneos), según las cuale s la reforma luterana de 1517 no es un parteaguas insólito en la historia de la Iglesia sino la suma de muchos movi– mientos que desde el Gran Cisma (1378-1417) , e incluso desde siglos atrás con movimientos como el de los cataros, los valdenses y otros menos conocidos, ve– nían gestándose en contra de las imposiciones eclesiásticas y las contradicciones entre el discurso y el hecho. La popularidad de la reforma luterana se debió al contexto social europeo en que se dio. Lutero vivió en una Europa atemorizada completamente por el f in del mundo que se inclinaba hacia el retorno a la pure– za del cristianismo. El frente cristiano se había dividido desde el Concilio de Constanza (1415 ) entre el bloque nórdico (alemán e inglés fundamentalmente) y el bloque latino (franceses , italianos y españoles). En est e contexto histórico, el fraile agustino encarnó en buena medida "la reivindicación germánico-nacional frente a la latinidad representada por Roma" 23 . Asimismo, la economía servil medie– val cambiaba hacia la mercantil e industrial del mundo moderno y la burguesía necesitab a saltar el obstáculo espiritual cristiano para obtener el progreso mo– netario. La mística alemana, con Eckart como uno de sus máximos exponentes, se había sustentado en el método introspectivo, en detrimento del método aris– totélico, mientras que la filosofía inglesa, desde los tiempos de Rogerio Bacon y Duns Scot o hasta Francis Bacon, desarrollaba el empirismo, la observación y la inducción como métodos de vinculación con Dios. A lo que añaden las contro– versias entre erasmistas y antierasmistas, etc. Y no podemos olvidar las gracias que bien supo explotar Lutero: la escritura y la imprenta. Mientras el fraile "acep– tó el oficio de escribir como una misión apostólica", también "supo medir el poder de la opinión pública y la importancia decisiva de captarla" por medio de imprenta, cre– ando lo que Teófanes Égido ha llamado verdaderos slogans publicitarios tanto positivos (unus redemptor, solafides, sola Scriptura/sola gratia, etc.) como negativos {santos del vientre, servidores de la barriga, papistas, papa-asno, santos hipócritas, etc.) reforzados con grabados, caricaturas e ilustraciones burlescas. Tanto se empapó " A Z A N ZA ELIÓ, A.: "Teocracia pontificia vs. cesaropapismo en la corte de Carlos V", Hispania Sacra, 52 (2000) , p. 102. " ORTEGA Y MEDINA, JA.: op. cit., p. 73. REVISTA C AM PO D E C A L A T R A VA N° 8 (2010 ) 77
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