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ANEL HERNÁNDEZ SOTELO Sin embargo, exist e un problema de origen -por todos conocido-: e l santo, a l o largo de su vida, n o pudo instituir la s directrices concreta s de un fenómeno religioso (de l qu e é l er a l a cabeza ) y qu e además comenzó a masificars e muy pronto. Incluso e n su s escritos , se no s deja ve r como un hombre e n continua du– da sobr e esa forma de vida qu e buscab a y l a manera d e compaginarla co n un a Europa medieval sostenida e n instituciones. Est a misma disyuntiva se repetirá a lo largo d e lo s siglos y, a su paso, verá nace r continuas reformas d e una raíz co – mún: franciscano s conventuales, observantes , descalzos , recoleto s y capuchinos 3 . El motor de l franciscanismo medieval fu e principalmente l a tradición oral. E l santo escribió poco, incluso se llega a dudar de qu e supiera escribir, mu– chos de su s manuscritos se han perdido o lo s conocemo s sólo por referencia s i n– directas. Lo s documentos que más han desatad o l a polémica sobr e l a esenci a del movimiento qu e pretendió e l santo so n l a primera "regla" qu e Francisc o pre– sentó a Inocencio II (trozos del Evangelio a lo s que e l Papa dio una autorización verbal"), l a Regula bullata 5 d e 122 3 aprobada por Honorio II y los testamento s del santo 6 . Las reformas perseguidas por lo s seguidore s del santo, incluso desde an – tes d e su muerte, tuvieron como ej e primario l a discusión sobr e esto s textos, so – bre s u posible complementariedad o sobr e l a oposición determinante entre l a re – gla bulada y la s últimas notas del santo dispuesta s e n su testamento. E l cas o de la reforma capuchina es particularmente sensibl e en est e sentido. De est e modo, es importante visualizar a l movimiento franciscano -co n todas su s variantes- como un a continua y nunca acabad a construcción a partir de lo s vacíos existente s e n lo s textos del santo y su s diferentes interpretaciones. Si "el texto es un potencial de efectos, que sólo es posible actualizar en el proceso de le tura" 7 , es comprensible qu e mientras algunos franciscano s veían e n e l testa - 3 Los movimientos reformistas con vistas al retorno originario no son exclusivamente franciscanos. No queremos extendernos sobre el asunto, sin embargo, pero vale la pena apuntar que incluso todos los movimientos calificados como heréticos, no sólo medievales sino modernos, y tuvieron en común la necesidad de una vuelta a la fe y las prácticas espirituales que se consideran más cercana s a los preceptos evangélicos. 4 Sobre esta primera regla dice Le Goff: "uno de sus escritos más importantes, la primera "Regla" que escribió [San Fran– cisco] en 1209 ó 1210 para los hermanos, se ha perdido. Sabemos por el mismo Francisco y por san buenaventura que era ta y simple y que se componía esencialmente de algunos pasajes del Evangelio. Aún asi, los trabajos de ciertos historia dedicados a su reconstrucciónsiguen siendo muy arriesgados y es imposible apoyarse en un documento decisivo para en este momento, Francisco había ya aceptado la idea de hacer de símismo y de sus compañeros una nueva "orden" in da en la Iglesia o si no pretendía más que formar un pequeño grupo de laicos, independientes de la organización eclesiástica". LE GOFF, J.: San Francisco..., op. cit, p. 25. 5 Francisco no quedó satisfecho con esta Regla y se dice que la aceptó con lágrimas en los ojos pues "la mayoría de las citas del Evangelio que se recogían en la Regla de 1221 habían sido suprimidas y los pasajes líricos también se habían su– primido en provecho de las fórmulas jurídicas. Un artículo que autorizaba a desobedecer a los superiores indignos fue e nado. Lo mismo ocurría con todo lo referente al cuidado de los leprosos y todas las prescripciones destinadas a hacer a los frailes una pobreza rigurosa. La Regla no insistió más sobre la necesidad del trabajo manual y no prohibió a losfraile ner libros". LE GOFF, San Francisco..., op. cit., p. 59. 6 Un excelente análisis sobre eí número de testamentos de san Francisco, su procedencia y las formas en que han sido interpretados se encuentra en ESSER , K., El testamento de san Francisco de Asís, Oñate (Guipúzcoa), 1981 . 7 ISER , W.: El acto de leer. Teoría del efecto estético, Madrid, 1976 , p. 11. La postura de Iser es del todo útil a nuestro planteamiento: "una teoría del efecto, por tanto, debe ayudar a fundamentar tanto la posible discusión intersubjetiva de 72 REVISTA CAMPO DE CALATRAVA N° 8 (2010 )

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