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ANEL HERNÁNDE Z SOTELC con, entre 157 0 y 157 1 recibió l a orden de su s superiores italianos de trasladars e a Cataluña para gestionar l a fundación de u n primer convento capuchino e n la península ibérica. Es más , se h a escrito, después de emparentarlo co n lo s mar– quese s de Sant a Cruz, qu e fray Francisc o "recibió comisión de sus superiores ma– yores de pasar cuanto antes a España y más concretamente a Cataluña, para fundar un convento en Santa Cruz, como feudo de su familia'" 1 ' 1 . D e se r cierto qu e ante s del bre ve de 157 4 existió est a iniciativa, de l a cual dudamos ante la cerrazón de Felipe II sobr e e l tema, l a fundación n o se hubies e llevado a cabo debido a l a muerte del dicho capuchino 45 . En 157 8 e l Marqués de Sant a Cruz, se encontraba co n algunos capuchinos en tierras manchega s para qu e habitaran "en el Viso un monasterio suyo, que esta– ba haciendo"* 6 . Felipe I I, apoyado po r e l Consej o de Castilla y éste, a su vez , in– fluido por l a facción de lo s observantes , se negó a admitirlos, argumentando qu e España y a tenía l a reforma de lo s descalzos , todos de u n mismo hábito y profe– sión y diferentes sólo e n su s prelados, ordenando qu e "abandonaran la entera Co– rona de Castilla", l o qu e implicaba también la s Indias 47 . Los capuchinos tuvieron qu e salir d e Castilla y se dirigieron hacia Ara– gón 48 , donde n o se había dado ordenanza alguna, "además debían estar ya infor– mados de que otro grupo de capuchinos residían en Barcelona, con toda garantía, ya qu habían sido llamados expresamente por los mismos consellers de la ciudad'" 19 , E n est punto, entramos e n u n tema controvertido: ¿cuándo, cómo y bajo e l cobijo de quién llegan lo s capuchinos a Barcelona ? Al parecer , desd e 157 5 Alvaro de Bazán gestionab a abiertamente l a fun– dación e n E l Viso y Gregorio XII ordenó a l entonce s vicario general de lo s ca - 44 NAPOLI, E. da: Crónica napolitana. Citado en RUBÍ, B. de: "Establecimiento...", op. cit., pp. 7-8. 45 Sobre la muerte de Francisco de Alarcón tampoco ha y consenso . En GONZÁLEZ CABALLERO, Los capuchi– nos..., se apunta que recibió la orden de trasladarse a España en 1570 pero que, de ser cierta esta ordenanza, no pu– do realizar el viaje debido a que murió en Ñapóles un año más tarde. En la Crónica napolitana citada por RUBÍ se asegura que "al punto que francisco de Alarcón recibió la comisión de sus superiores de pasar a España, embarcó en las ga– leras reales que salían de Ñapóles, pero como éstas debían bordear primeramente las costas de Cerdeña y detenerse algú to en ellas, pasó a embarcarse en una nave particular en la que, al punto de alejarse de Ñipóles, le sobrevino una muy ag fiebre, que obligó al capitán del navio a desembarcarle en Pozzuoli, por considerar más prudente hacerse renovar las pat del empezado viaje antes que sujetarse a cuarentena. Como fuera que el P. Francisco de Alarcón empeorara y ala fieb viniera el delirio, los capuchinos de Pozzuoli determinaron, en un momento de baja del ardor febril, trasladarlo a Ñipóles, de murió en el vetusto convento de Sant'Efremo, de un exceso de fiebre, en 1571". Según la opinión de Rubí, es difícil cre er que se haya puesto tanto empeño en esta empresa sin haber sido derogada la bula de Pablo III. En otro lado, se puede leer que "murió, según parece, antes de salir ellos [sus hermanos Juan y Arcángel] de Italia. Su tránsito acaecióen Ñola hacia 1577, no obstante la contraria opinión del P. Boverío, que señala a Ñipóles como lugar de su fallecimiento" en P LAZUELO, A. de: Vitalidad Seráfica (Los Franciscanos Capuchinos en Castilla) Apuntes preparatorios para la historia do cumental y crítica de los religiosos castellanos o que se santificaron en Castilla, Madrid, 1931, p. 76. En los estudios de CA– RROCERA se dice que Francisco murió en 1571. 46 AZCONA, T. de: La fundación..., op. cit., p. 14. 47 Ibidem, p. 14. 48 La mayoría de los autores consultados afirman que los frailes se dirigieron a Aragón. Sin embargo, Añorbe nos dice que "desilusionados, los dos capuchinos se volvieron a Italia a dar cuenta del cumplimiento de la misión que se les ha confinado". AÑORBE, C. de: op. cit., p. 6. Sobre el número de frailes de esta primera expedición tampoco hay con– senso. " AZCONA, T. de: La fundación..., op. cit., p. 8. 84 REVISTA CAMPO D E CALATRAVA N° 8 (2010 )
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