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ANE L HERNÁNDE Z SOTEL C el antiguo profeso agustino del mundo de la imprenta, que incluso tuvo su red de distribuidores y él mismo se hizo cargo en varias ocasione s de la calidad del papel, del formato de sus libros, de la presentación, de los precios y de frenar las intrusiones de los editores 24 . El impacto luterano, sin embargo, fue menor en España que en el resto de Europa. Desde finales del siglo XV, la reforma cisneriana puso en jaque muchos los movimientos considerados heréticos; de est e modo, en la Península más que hablar de la influencia de Lutero, se deben estudiar las causa s de los anteceden– tes reformistas que llevó a cab o el cardenal Cisneros, persiguiendo el retorno a las disciplinas y la observancia de los votos dentro de una Iglesia corrompida por sacerdote s concubinarios, clérigos carente s de castidad, obediencia y pobre– za, frailes al servicio de familias adineradas, diferencias y riñas entre órdenes re– ligiosas e incluso dentro de una misma orden 25 . Est e cardenal, con su espíritu re– formador no sólo religioso sino también político 26 , fundó la Universidad de A l– calá como un instrumento para que los religiosos recibieran una enseñanza ecle – siástica fundamentada principalmente en estudios de Teología, que les ofreciera las base s espirituales para llevar el dogma a su estricta observancia 27 con un fuer– te impulso y desarrollo a las ideas humanistas y al arte 28 , que se manifestaron, entre otras cosas , en la publicación de la Biblia Políglota. Por otro lado, hemos de considerar el pes o de la Inquisición española fundada en tiempos de los Reye s Católicos, consolidada principalmente por sus sucesore s Carlos V y Felipe II. Así, la reforma luterana llegó a una España ya reformada por Cisneros, impidiendo que dicho movimiento avasallador en buena parte de Europa, y re– crudecido por la doctrina calvinista, azotara con tanta fuerza a la Iglesia y la so– ciedad española. Es en est e ambiente enrarecido hasta el paroxismo donde el emperador, influido por el ministro general español de los Observantes ante s mencionado, Francisco Angeles de Quiñones. Est e importante clérigo dirigió dos carta s a la 24 Véase la excelent e introducción a las obras seleccionada s de Lutero realizada por Teófages Égido donde desa – rrolla, entre otras cosas , la fascinación luterana por la escritura, la imprenta y el ejercicio de la traducción en L U– TERO, M.: Obras, Salamanca , 2006 . Tampoco podemos dejar de recomendar al respecto la obra clásica FEBVRE, L.: Martín Lutero: por un destino, México, 1994. 25 Ver SAINZ RODRÍGUEZ, P., La siembra mística del cardenal Cisneros y las reformas en la Iglesia, Madrid, 1979; BA- TAILLON, M.: Erasmo y España, México, 1996; GARCÍA ORO,}.: Cisneros y la reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid, 1971 y ORTEGA Y MEDINA, J.A.: op. cit., pp. 69-72 . 26 No debemos olvidar que el cardenal fue regente gobernador del Reino en dos ocasione s y sabemo s que la políti– ca cisneriana tuvo mucho que ver para que la Corte finalmente se asentar a en Madrid, además de convertirse en un pilar importante para la legitimidad del ascens o al poder de Carlos V, entre otras cosas . SANZ GARCÍA, J.M.: "Madrid con Cisneros se entrena de Corte. Dieciocho mese s de regente con capucha" Tirada aparte de los Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 38 (1966) , pp. 145-165 ; y principalmente GARCÍA ORO, J.: Cisneros. Un cardenal re– formista en el trono de España (1436-1517), Madrid, 2005 . 27 Véase BATAILLON, M . : Erasmo y España..., op. cit, pp. 10-22 ; AGUADÉ NIETO, S.: De la manuscritura a la im– prenta: formación de la Biblioteca del Colegio de San Ildefonso, Alcalá de Henares, 2002 ; VV. AA.: Cisneros y el Siglo de Oro de la Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, 1999. 28 A est e respecto nos remitimos a la obra de GONZÁLEZ RAMOS, R; La Universidad de Alcalá de Henares y las ar– tes: el patronazgo artístico de un centro del saber: siglos XVI-X1X, Alcalá de Henares, 2007 . 78 REVISTA C AM PO D E C A L A T R A VA N° 8 (2010 )