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384 ANEL HERNÁNDEZ SOTELO Bartolomé Esteban Murillo, San Félix de Cantalicio con el niño, Museo de Bellas Artes de Sevilla propio Jesús niño quien pareciera bendecir uno de los símbolos de la dejación mundana que perseguían los frailes y que era impugnado por sus adversarios. La trascendencia de estos elementos simbólicos no fue ignorada por Roland Barthes. En sus Mitologías escribió sobre el abate Pierre, ex capuchino francés protector de los pobres, que su cabeza era leída como un mito pues iconográfi- camente presentaba «todos los signos del apostolado: la mirada buena, el corte franciscano, la barba misionera y todo, completado por el gabán del cura-obrero y la vara de peregrino», iconografía ésta con la que se unían «las cifras de la leyenda y las de la modernidad», en donde la barba, además de ser un atributo del hombre desprendido de las banalidades mundanas, está empapada de lo que llama una «pequeña rnitologian'". 52. Roland Barthes, Mitologías, Madrid, 2000, págs. 54-55.

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