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34 / Vol. 11 / Nº 23 / julio - diciembre de 2007 Es por eso que, en palabras del autor, dice Satanás: “Quiteles yo la oración que con esso les privo de todas las buenas obras, porque si destruyo la raiz, fuente, y principio de todas las virtudes, no ne- cessito de hazer otra guerra”. 28 Y es que la oración no sólo expele las culpas y comunica al siervo con su Creador. La oración mitiga los rencores, los deseos de venganza, la lujuria, la deshonestidad, la avaricia y la rebeldía. La oración es como una buena vacuna que no sólo cura al enfermo sino que impide que un cuerpo sano se contagie de cierto mal. ¿De qué forma pues persuade el demonio al hom- bre para estorbar este santo ejercicio que es la oración? A algunos les corrompe el entendi- miento para que piensen que no es necesario estar de rodillas en oración puesto que nunca se ha caído en pecado mortal para sufrir ese tipo de incomodidades. A otros, les propone que es vano este ejercicio porque “uno vive en este mundo, y es forçoso atender a lo temporal, y que esso lo manda Dios”. 29 Algunos evitan la oración porque implica pensar en la muerte, el juicio, la gloria y el infierno [los cuatro novísimos] y el demonio les persuade de que si Jesucristo ya ha sufrido por ellos, no hay necesidad de meditar acerca de estas cuestiones desconocidas que lo único que causan es incertidumbre. 30 El demonio persuade a otros tantos de que no hagan oración haciéndoles creer que guardando los mandamientos y ejercitando algunas virtudes se logra alcanzar la salvación. 31 Otros más son acosados por el demonio cuando éste les hace creer que la oración es una actividad de mucha dificultad, que sólo sirve a los letrados e inteligentes. Un engaño más del demonio para impedir la ora- ción se encuentra en el efecto que causa lo que la sociedad diga y piense del individuo. Dice Ala- mín que cuando un descarrilado en los senderos divinos pretende tomar la oración, el demonio los acecha con estos pensamientos: Yo he vivido mal hasta aora, mi vida ha sido muy divertida, y aun escandalosa: pues si ahora trato de oracion, esta obrará en mi una vida recogida, y mortificada. Pues viéndome, qué 28 Alamín 6. 29 Alamín 31. 30 Alamín 33. 31 Alamín 35. dirán? Qué parecerá? Dirán, que soy un hypocrita, y un santo fingido; algunos me darán chasco, y harán burla de mí, y me pondrán algunos nombres ridículos. 32 A la par de la oración como método para salvar el alma se encuentra la mortificación de las pasio- nes, entendida ésta como el castigo del cuerpo por generar pensamientos y sentimientos des- honestos. Para impedir este castigo del cuerpo Alamín apunta que el demonio utiliza la idea del Purgatorio pues hace creer a los pecadores “ve- niales” 33 que “las penas del purgatorio son leves” por lo que no se debe temer a los trabajos que allí se habrán de realizar ni el tiempo de los castigos. Alamín desmiente esta falacia del demonio di- ciendo que “son muy terribles las penas” que allí se viven e incluso trae a colación la historia de un religioso que por no inclinar la cabeza en el coro [pecado venial] fue al Purgatorio y experimentó castigos muy dolorosos. 34 El fraile también se ocupa de la acción del demo- nio dentro de los pecados capitales. Para fines de este trabajo sólo nos ocuparemos de la ira, la soberbia y la avaricia. El autor asume que existe la ira virtuosa y la ira viciosa, la primera es la ira del mismo Dios o la de sus siervos que con un “apetito de vengança por la honra de Dios, y ob- servancia de su ley, y enmienda de los pecados” 35 se justifica y se aplica de las maneras más atroces e intolerantes llenando las páginas de la historio- grafía judeocristiana. La ira viciosa o “ira mala” es, en cambio, la pasión exaltada de la defensa propia hacia injurias, culpas, daños y abusos en contra del feligrés y así, Alamín pide que no se dé rienda suelta a la ira mala sino a la buena, que se toleren con paciencia los abusos porque es el medio de purgación para los pecados y que se defienda “a capa y espada” la honra de Dios con ira impetuosa y aniquiladora. 36 La ira viciosa tiene diversas manifestaciones como son la lo- cura y la maldición pero el último grado de la 32 Alamín 46. 33 La diferencia entre pecado “mortal” y “venial” es que con el prime- ro se rompe toda relación con Dios mereciendo pues directamente el castigo del Infierno. Mientras, el segundo aunque también es pecado grave, no rompe totalmente esta relación por lo que las almas tienen la oportunidad de purificar su alma con los trabajos que le serán dados en el Purgatorio. 34 Alamín 251. 35 Alamín 333. 36 Alamín “Falacias ...”

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