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La transición barroco-ilustrada del demonio español desde la mirada capuchina / Anel Hernández Sotelo / 33 ahí advierte que no cesará de sacar más libros a la luz para difundir la perfección cristiana. III. El demonio “alaminesco” y el conocimiento psíquico del hombre A lo largo de la obra Falacias del demonio , encon- tramos dos retratos bien definidos del diablo que persigue Alamín de acuerdo con su discurso in- troductorio. Uno de ellos es el típico demonio, heredado de los exempla 23 del periodo medieval, que aparece y desaparece entre los frailes toman- do el cuerpo de alguna persona, en forma de dra- gón, en la forma tradicional del demonio –con cuernos y patas de cabra– o habitando dentro de materia inerte como panes o pescados. Creemos que este tipo de anécdotas formaba parte de la tradición oral de los capuchinos, o bien, que son parte de las hazañas del diablo que se cuentan en las Chronicas de los Frailes Menores Capuchinos escritas durante el siglo XVII que servían como manifestación de “la historia oficial” de la orden y donde se coleccionaron las historias hagiográ- ficas de los frailes además de contener índices de “varones destacados de la Orden” y la repro- ducción de las Bulas papales que fueron dictadas para la conformación de la orden. El segundo tipo de diablo es el que aquí nos in- teresa debido a que refleja la situación política y sociocultural que hemos expuesto en páginas anteriores. Este demonio, que podríamos llamar “alaminesco” basa su acción justamente en la persuasión. A lo largo del texto, es la persuasión diabólica la que predomina sobre las manifesta- ciones sensoriales del demonio. El demonio ata- ca directo a los pensamientos, se entrelaza con la psique de sus víctimas y los hace pecar mediante discursos bien construidos. de la doctrina de este Libro”, s/n. 23 Exemplum –i (eximo) n: modelo, tipo original de una cosa, minuta, ejemplo, imitación, copia, trascripción, forma, modo. Dado que la palabra corresponde a la segunda declinación latina, “exemplum” denomina al singular mientras que “exempla” denomina al plural. “Un exemplum medieval es una anécdota edificante destinada las más de las veces al uso de los predicadores, quienes deslizan exempla en sus sermones a fin de que los fieles asimilen mejor una saludable lección. Se trata pues de un producto ideológico de gran consumo […] cuyos principales promotores son los miembros de las órdenes mendicantes”. Jacques Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval (Barcelona: Altaya, 1999)116- 117. Esta obsesión por los pensamientos que causan comportamientos no gratos para la sociedad del Barroco decadente la podemos encontrar no sólo en textos religiosos como el que estudiamos pues la medicina desde los últimos años del siglo XVI ya mostraba un interés por el conocimiento del comportamiento humano. 24 La persuasión, el acto de hacer creer a otro sin fun- damentos sólidos la veracidad del juicio que se plantea, es la herramienta primordial de Satanás. Éste y sus compañeros conocen bien el funcio- namiento de la conveniencia y el extremismo de los seres humanos y por eso Alamín apunta que los demonios unas veces hacen creer, que lo que es cosa mínima, es pecado muy grave, para inquietar, y llenar de escrupulos a las almas. Otras disminuyen tanto las culpas, que siendo pecados muy graves, hazen creer que, son leves, para hazer con esta astu- cia, que mas fácilmente se caiga en ellas. Otras acometen con continuas tentaciones. Otras se retiran, haziendo que el alma no sienta las perturbaciones, y movimientos para hazer caer en el vicio de la sobervia, haziendo creer a algunos, que ya es- tan libres de las pasiones, y que han subido a gran perfeccion. Otras los dexan de tentar, para que assegurados con la paz, entre en el coraçon la tibieza, y despues vuelven con grande ímpetu, y esfueço; y como cogen a las almas desprevenidas, y descuidadas, con facilidad las hazen caer. 25 Uno de los ejercicios espirituales más abrazados por el autor, es la oración pues considera que la per- dición del mundo se debe totalmente a la falta de ésta porque la oración es meditación y con- sideración de la gloria del Cielo y los tormen- tos del infierno que, en palabras de Alamín, son “los castigos que Dios embia sobre los pecadores [quienes] pierden el temor al pecado” 26 y, obvia- mente, a Dios. La oración sirve no sólo para ven- cer a los demonios sino también para aplacar a Dios quien “por las culpas está irritado; con ellas le provocamos a indignacion, y a que sobre no- sotros derrame la ira de su furor. Pues qué reme- dio para quitar a Dios la espada, y el azote de la mano? La oracion”. 27 24 Ejemplos de este interés se encuentran en el Examen de ingenios del médico Juan Huarte de San Juan (1575) y el Libro de la Melan- colía de su homónimo Andrés Velásquez (1585) entre otros. 25 Alamín 1. 26 Alamín 11. 27 Alamín 23-24.

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