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La transición barroco-ilustrada del demonio español desde la mirada capuchina / Anel Hernández Sotelo / 29 ciones y miedos de la sociedad manierista (1570- 1610), barroca (1610-1630), barroquista (1630- 1670) y de transición a las ideas ilustradas (fines del XVII y primera parte del siglo XVIII). Según los pocos datos biográficos que hasta ahora tenemos de Fray Félix de Alamín basados prin- cipalmente en el año de publicación de sus obras (entre 1688 y 1727 ), podemos asegurar que este “capuchino misionero apostólico” o “predicador apostólico capuchino” –como se hace llamar en sus impresos– vivió “el proceso de la decadencia del barroco en España”. Este proceso se caracterizó por diversos movimien- tos socioculturales pero en el presente texto nos referiremos específicamente al político y al reli- gioso. La cultura del Barroco está inserta en un momento de desmoronamiento político español, y europeo en general, que intenta “a capa y es- Los términos los desarrolla José Luis Abellán en donde el Manie- rismo sería una forma pre-barroca sobre todo en los aspectos ornamentales, el Barroco propiamente dicho se inspira en el mo- vimiento de la Contrarreforma y los modos estilísticos se alejan bastante de los renacentista y el Barroquismo que ostenta las tendencias del churriguerismo y el Rococó en donde las formas estéticas “caen en lo cursi”. José Luis Abellán, Historia crítica del pensamiento español. Tomo III: Del Barroco a la Ilustración (Ma- drid: Espasa-Calpe, 1998) 50-51. Este último término es utilizado en Melquíades Andrés, Historia de la mística de la Edad de oro en España y en América (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1994) 445-474. Algunas de las obras del fraile son correcciones o reediciones. Consideramos también la existencia de reediciones póstumas fechadas incluso hasta 1760. La estructuración de algunas de las obras del fraile fue realizada dentro del fondo reservado de la Biblioteca Nacional de México, la Biblioteca Palafoxiana de la ciudad de Puebla, la Biblioteca Francisco de Burgoa de la Uni- versidad Autónoma “Beníto Juárez” en Oaxaca, del fondo antiguo de la Biblioteca Francisco Xavier Clavijero de la Universidad Ibe- roamericana, de la Biblioteca Franciscana de Cholula en Puebla y de la Biblioteca Armando Olivares de la ciudad de Guanajuato. Además se utilizaron los catálogos en línea y la correspondencia vía correo electrónico con la Red de Bibliotecas Universitarias de España, con el Istituto Storico dei frati capuccini en Italia y con la Biblioteca Pública de Orihuela en España. Además de que no se conoce la fecha de nacimiento y de defunción de nuestro fraile, tampoco existen hasta hoy datos de su ordenación. Sin embargo, el padre Carrocera nos dice que le fueron concedidas las licen- cias especiales para confesar y absolver de casos reservados en el convento de La Paciencia (Madrid) el 16 de julio de 1726 y que su última obra la imprimía en 1727 cuando ya contaba con noventa años de edad. Buenaventura de Carrocera, La provincia de los frai- les menores capuchinos de Castilla , II: 1701-1836 (Madrid: Centro de Propaganda, 1973) 635-640. El concepto es introducido en Abellán, Historia crítica… , para re- ferirse al último suspiro de la religiosidad barroca, particularmente del misticismo, a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Cabe mencionar que en Andrés, Historia de la mística… , la periodización del Barroco español es extendida hasta 1750 cuando las ideas ilus- tradas se encuentran arraigadas en los proyectos económicos y socioculturales españoles. pada” reproducir las costumbres palaciegas y monárquicas dentro de un sistema administra- tivo débil que durante los últimos años del siglo XVI y su extensión hasta el XVII y XVIII de- cae tras bambalinas de la gran puesta en escena que los reyes españoles habían estado evitando desde 1492. Estamos pues frente a una sociedad desengañada, amenazada y temerosa que des- pués de sentirse el pueblo elegido por Dios para evangelizar al mundo, ahora no es más que un pueblo de añoranzas del pasado caballeresco, de batallas, triunfos, tierras, riquezas y fe. Ya que los monarcas absolutistas españoles dieron cuenta de esta crisis que ponía en peligro su es- tatus social, convenía pues dirigir a sus súbditos hacia la “autoconservación” de la sociedad para que ésta no fuera un factor más del debilita- miento de su poder. Así, el Barroco como época histórica con referentes sociales y políticos, “no es sino el conjunto de medios culturales de muy variada clase, reunidos y articulados para operar adecuadamente con los hombres, tal como son entendidos ellos y sus grupos [...] a fin de acertar prácticamente a conducirlos y mantenerlos inte- grados en el sistema social”. Una de las formas “menos agresivas” de la conser- vación es la persuasión por medio de cosas bellas. En este sentido, siendo los reyes de la decadencia y sus cortes personas gustosas del mecenazgo, el barroco como expresión artística se convierte un movimiento pragmático que “por debajo de sus desmesuras y exageraciones, a veces alucinantes” llevó implícita la catarsis de una sociedad muy regulada y con estamentos sociales inamovibles pues “el Barroco representa una disciplina y una organización mayores que la de otros periodos anteriores”. Así, el Barroco no es la cultura de las excentricida- des como símbolo de liberación ideológica y hu- manística que ensalza las pasiones humanas sino que es la manera en que los gobiernos absolutis- tas en plena decadencia racionalizan la forma en que se puede controlar al individuo en sociedad canalizando sus “ímpetus” de manera tal que no afecten las jerarquías y los poderes estableci- dos. La tendencia del Barroco es pues “llegar a José Antonio Maravall, La cultura del Barroco (Barcelona: Ariel, 1983) 132. Maravall 140-141.

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