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Anel Hernández Sotelo / Sobre el diablo de Fray Félix de Alamín... 71 podemos definir claramente algunas líneas generales que caracterizan el horizonte y la situación históricos de las Falacias del demonio . El periodo conocido como Barroco no fue un mero movimiento artístico y literario sino un movimiento político y religioso de regeneración de las es- tructuras sociales clásicas de los periodos monárquicos frente a una Europa en crisis que poco a poco vivía diferentes tipos de decadencia en cuanto a lo político, económico, eclesiástico, social y cultural. Esta influencia barroca del siglo xvi se ha prolongado incluso hasta nuestros días cuando gran par- te de los países del mundo se encuentra en un verdadero caos. Obviamente, estas ideas golpearían a los siglos xvii y xviii que, políticamente, vieron un resquebrajamiento de los regímenes antiguos para consolidar nuevos esta- mentos sociales en donde la burguesía tomaría los altos mandos de poder y los títulos nobiliarios desaparecerían con la victoria colosal del capitalis- mo. En este contexto histórico surge la obra del fraile capuchino Alamín, cuando la transición entre las monarquías absolutistas y los gobiernos de los “déspotas ilustrados” es inminente a pesar de que los esfuerzos tanto políticos como eclesiásticos intentaban evitarla, sobre todo en una España tradicionalista reacia a las novedades de fondo. En este sentido, la persuasión fue un tema importante de la pretendi- da auto-conservación pues fue necesario tejer redes de control conduc- tual en el imaginario de las personas mediante la estrategia de lo que Marc Augé llama “placer preliminar” por medio de la creación artística y literaria, para que el individuo sea capaz de “dividir su yo en yoes par- ciales, por efecto de la observación de sí mismo y en consecuencia a per- sonificar las corrientes conflictivas de su vida psíquica y a encarnarlas en diferentes héroes [pues] mientras las fantasías de los demás nos dejan habitualmente fríos, pueden procurar placer cuando se las presenta en forma literaria”. 51 Sin embargo, y a pesar de este cambio de mentalidad en cuanto a las acciones concretas de Satán, hemos visto que Alamín no podía escaparse de los antecedentes que forjaron gran parte de la cristiandad española como el misticismo, los exempla medievales y la persecución de las ideas de Molinos. De aquí se deriva que gran parte de la obra estudiada es una exhortación a la meditación y a la contemplación para alcanzar a Dios mediante la oración, pero con la estricta leyenda “Preserva contra los errores de Molinos” como consecuencia de la represión inquisitorial de la que el fraile fue protagonista unas décadas antes de la publicación de las Falacias del demonio en 1714. 51 Marc Augé, La guerra de los sueños. Ejercicios de etno-ficción , Barcelona, Gedisa, 1998, p. 71.
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