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Takwá / Historiografías 68 no quiso concederla, diciendo: Que teniendo un libro, luego desearia otros para aprender. Y por último añadió: Qualquiera que quisiere ser Frayle Menor, no debe tener mas que el habito, cuerda, y paños me- nores [...] Cierto es, que sino se mortifica este afecto de libros, poco a poco se halla una cargado de ellos. Y no basta decir, que son de la Co- munidad si ay mas de los necesarios. Lo 1. porque se buscan con ansia, y apetito. Lo 2. porque los superfluos solo sirven de autoridad, pues muchos no los miran, ni estudian en ellos, y otros rara vez los abren; luego son superfluos. Lo 3. porque si siente, y repugna el dar alguno, o prestarlo, es señal de que se le apropia como suyo, y que a esso esta pegado el afecto. Para vencer a esta tentación no ha de tener uno libro alguno super- fluo, sino los precisos, y necesarios, queriendo en esto conservar el esta- do pobre. El Padre Diego Lainez, General de la Compañía de Jesús fue varon tan ilustre, que asistiendo como Theologo en el Concilio de Trento, dixo: Que no alegaria en confirmación de su sentir Padre, ni Doctor algu- no, que no le huviesse leido todo, desde el principio, hasta el fin de sus obras; y fueron casi 36 los Padres, que citó, y entre ellos el Abulense [...] De este varon, pues, de tan gran sabiduría, que admiró al Concilio, refiere Cornelio Alapide [...] no tenía en la celda mas de un libro, este leía desde el principio hasta el fin, y leído aquel llevaba otro. 44 El libro, entonces, es uno de los objetos más codiciados por los frailes porque seduce provocando un apetito desmedido por su posesión aun- que, como Alamín lo aclara, ni siquiera sea leído. El meollo del asunto es esta seducción del libro. Para la época en la que nos encontramos la escritura es el medio de comunicación por excelencia; incluso quienes no saben leer ni escribir buscan “escribanos” que por cierta cantidad leen o escriben cartas para tener contacto con su gente a pesar de la distancia. 45 La escritura comunica y el libro se convierte en el baúl dorado que guarda y recopila los tesoros que de ella se derivan. Desde el siglo xvi se comienza a gestar la idea de “bibliotecas públi- cas” para el común que ya sabe leer y puede tener contacto con ciertos 44 Idem. 45 Cabe mencionar que una de las prácticas cotidianas europeas de esta época, que se ex- tendió incluso hasta el siglo xix , fue el arte de leer para los otros, la lectura en voz alta, donde encontramos lectores auditivos de las obras clásicas de la época. Afirmo que es un arte porque el lector en voz alta debe tener la capacidad de mimetizar con su voz las situaciones y emociones plasmadas en la obra escrita para mantener la atención de su lector auditivo.

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