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Anel Hernández Sotelo / Sobre el diablo de Fray Félix de Alamín... 65 dad de meditar acerca de estas cuestiones desconocidas que lo único que causan es incertidumbre. 30 El demonio persuade a otros tantos de que no hagan oración haciéndoles creer que guardando los mandamientos y ejercitando algunas virtudes se logra alcanzar la salvación. 31 Otros más son acosados por el demonio cuando éste les hace creer que la oración es una actividad de mucha dificultad, que sólo sirve a los letrados e inte- ligentes. Un engaño más del demonio para impedir la oración se encuentra en el efecto que causa lo que la sociedad diga y piense del individuo. Dice Alamín que cuando un descarrilado en los senderos divinos pretende to- mar la oración, el demonio los acecha con estos pensamientos: Yo he vivido mal hasta aora, mi vida ha sido muy divertida, y aun es- candalosa: pues si ahora trato de oracion, esta obrará en mi una vida recogida, y mortificada. Pues viéndome, qué dirán? Qué parecerá? Di- rán, que soy un hypocrita, y un santo fingido; algunos me darán chas- co, y harán burla de mí, y me pondrán algunos nombres ridículos. 32 A la par de la oración como método para salvar el alma se encuentra la mortificación de las pasiones, entendida ésta como el castigo del cuer- po por generar pensamientos y sentimientos deshonestos. Para impedir este castigo del cuerpo Alamín apunta que el demonio utiliza la idea del Purgatorio pues hace creer a los pecadores “veniales” 33 que “las penas del purgatorio son leves” por lo que no se debe temer a los trabajos que allí se habrán de realizar ni el tiempo de los castigos. Alamín desmiente esta falacia del demonio diciendo que “son muy terribles las penas” que allí se viven, e incluso trae a colación la historia de un religioso que por no inclinar la cabeza en el coro [pecado venial] fue al Purgatorio y experi- mentó castigos muy dolorosos. 34 El fraile también se ocupa de la acción del demonio dentro de los pe- cados capitales. Para fines de este trabajo sólo nos ocuparemos de la ira, 30 Ibid. , p. 33. 31 Ibid. , p. 35. 32 Ibid. , p. 46. 33 La diferencia entre pecado “mortal” y “venial” es que con el primero se rompe toda relación con Dios mereciendo directamente el castigo del Infierno. Mientras, el segun- do, aunque también es pecado grave, no rompe totalmente esta relación por lo que las almas tienen la oportunidad de purificar su alma con los trabajos que le serán dados en el Purgatorio. 34 Ibid ., p. 251.

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