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Anel Hernández Sotelo / Sobre el diablo de Fray Félix de Alamín... 63 del periodo medieval, que aparece y desaparece entre los frailes tomando el cuerpo de alguna persona, en forma de dragón, en la forma tradicional del demonio –con cuernos y patas de cabra– o habitando dentro de ma- teria inerte como panes o pescados. Creemos que este tipo de anécdotas formaba parte de la tradición oral de los capuchinos, o bien que es parte de las hazañas del diablo que se cuentan en las Chronicas de los Frailes Menores Capuchinos escritas durante el siglo xvii que servían como ma- nifestación de “la historia oficial” de la orden y donde se coleccionaron las historias hagiográficas de los frailes, además de contener índices de “varones destacados de la Orden” y la reproducción de las Bulas papales que fueron dictadas para la conformación de la orden. El segundo tipo de diablo es el que aquí nos interesa debido a que refleja la situación política y sociocultural que hemos expuesto en pági- nas anteriores. Este demonio, que podríamos llamar “alaminesco” basa su acción justamente en la persuasión. A lo largo del texto, es la persua- sión diabólica la que predomina sobre las manifestaciones sensoriales del demonio. El demonio ataca directo a los pensamientos, se entrelaza con la psique de sus víctimas y los hace pecar mediante discursos bien construidos. Esta obsesión por los pensamientos que causan comportamientos no gratos para la sociedad del Barroco decadente la podemos encontrar no sólo en textos religiosos como el que estudiamos, pues la medicina desde los últimos años del siglo xvi ya mostraba interés por el conocimiento del comportamiento humano. 24 La persuasión, el acto de hacer creer a otro sin fundamentos sólidos la veracidad del juicio que se plantea, es la herramienta primordial de Satanás. Éste y sus compañeros conocen bien el funcionamiento de la conveniencia y el extremismo de los seres humanos y por eso Alamín apunta que los demonios: unas vezes hazen creer, que lo que es cosa minima, es pecado muy gra- ve, para inquietar, y llenar de escrupulos a las almas. Otras disminuyen tanto las culpas, que siendo pecados muy graves, hazen creer que, son leves, para hazer con esta astucia, que mas fácilmente se caiga en ellas. Otras acometen con continuas tentaciones. Otras se retiran, órdenes mendicantes”. Jacques Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval , Barcelona, Altaya, 1999, pp.116-117. 24 Ejemplos de este interés se encuentran en el Examen de ingenios del médico Juan Huarte de San Juan (1575) y el Libro de la Melancolía de su homónimo Andrés Velás- quez (1585) entre otros.

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