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Vol. 23, N. ˚ 1. pp. 98-126, enero-junio de 2018 117 F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Anel Hernández Sotelo de la advocación de la Divina Pastora, construcción a todas luces heredera de los aprendizajes que el capuchino obtuvo de sus maestros misioneros Pablo de Cádiz y Feliciano de Sevilla y opuesta diametralmente a la exaltación del memento mori que había heredado de Miguel Mañara 14 . Una tradición respetable y jamás interrumpida… El 15 de febrero de 1900 salió a la luz en la ciudad de Sevilla el primer número de la revista quincenal El Adalid Seráfico , fundada por el capuchino Ambrosio de Valencina (1859-1914) 15 . El objetivo de esta publicación era servir a la lucha por la victoria de Dios, la patria, la fe, la religión y la verdad, ya que, según la percepción de los editores capuchinos, estaban siendo amenazadas “por esa avalancha de inmoralidad, por esa hueste maldita del libertinaje impío, del vicio y del error!” (“El Adalid Seráfico”, s. p.). Este agresivo discurso debemos contextualizarlo en el marco de la cruzada católica contra la “mala prensa” de finales del siglo xix 16 . 14 Estos temas serán tratados en otro lugar, pero vale la pena señalar que con el título de La nube de Occidente (1702) Isidoro de Sevilla presentó la biografía de Pablo de Cádiz, su mentor apostólico. A su vez, fue Pablo de Cádiz quien, en su Triunfo glorioso del Santo Rosario (1693), sistematizó la forma en que habían de celebrarse los rosarios públicos callejeros. 15 La experiencia del fraile en el ámbito editorial era probada. Hacia 1888 fue nombrado director de El Mensajero Seráfico , publicación periódica anterior salida también de las prensas capuchinas. En el portal digital Capuchinos Editorial pueden consultarse los números más recientes de El Adalid Seráfico (enero del 2011 a la fecha) y de El Mensajero Seráfico (enero del 2013 a la fecha). 16 Debido a las regulaciones decimonónicas y secularizadoras sobre la libertad de imprenta, comenzaron a aparecer periódicos y revistas de corte directamente anticlerical. Fue entonces cuando León XIII, mediante la encíclica Etsi nos , exhortó al uso de la imprenta “para enfrentarse a sus adversarios con las mismas armas, oponiendo a los periódicos impíos, otros católicos de alta calidad” (Romero 2). Esta prensa sería, entonces, conocida como la “Buena Prensa” y entre sus actividades figuraban la realización de certámenes o fiestas. En 1911 el propio Abrosio de Valencina participó en la Fiesta de la Buena Prensa organizada por los seminaristas de Sevilla, con un discurso que invitaba a “coger con tenazas, para no mancharnos las manos, toda la producción de esa prensa libidinosa, todo reclamo de esa nefanda ramera, y echarlo al fuego, y gozarnos en verlo arder y crepitar sobre las ascuas. Esta es una obra digna de todo lo que se precie de católico” (Valencina, Discurso 19). 08 Rev FRONTERAS DE LA HISTORIA 23-1_AHernandezS.indd 117 2/27/18 11:35 AM

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