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Vol. 23, N. ˚ 1. pp. 98-126, enero-junio de 2018 115 F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Anel Hernández Sotelo El 23 de agosto de aquel año, las fuerzas marítimas británicas y holandesas desembarcaron en las costas gaditanas y, a los pocos días, las tropas dirigidas por James Butler, duque de Ormond, sitiaron la ciudad de Cádiz, tomaron los castillos de Santa Catalina y de Matagorda, y ocuparon la villa de Puerto Real. Isidoro de Sevilla, siendo cronista de la provincia de Andalucía, fue testigo del desembarco de la f lota comandada por Butler. El suceso lo describió en su crónica manuscrita titulada Florido andaluz pensil : El día 23 de agosto del año 1702, a las ocho de la mañana, dieron vista a Cádiz las dos enemigas armadas de Inglaterra y Holanda, que se com- ponían de 196 velas, es a saber: sesenta naos de guerra, diez pontones para echar bombas, muchos pingües, balandros y otras embarcaciones de carga, hasta cumplir el número referido. Esta, pues, poderosa armada, como fue llegando, fue también acordonando a Cádiz por la parte del medio día, de modo que, a las cuatro de la tarde, desde la puerta de San Sebastián, hasta cerca de la iglesia de Santi Petri, a cosa de lengua y media distante de la ciudad, parecía, el más, una numerosa selva. (Citado en Valiente, “La Pastora Coronada” XXXVII) Aunque la escuadra angloholandesa superaba con creces la fuerza téc- nico-militar española, el inicio de la época de fuertes temporales en la zona, aunado al apoyo que los gaditanos ofrecieron a la causa borbónica, obligaron a los invasores a levantar el cerco el 30 de septiembre y a huir hacia las costas portuguesas (López). La participación del pueblo común fue trascendental para la victoria borbónica. Desde el inicio del conf licto sucesorio, la mayoría de los andaluces mostraron su apoyo a Felipe V. El ataque angloholandés solo vigorizó esta postura ya que, durante la ocupación, los invasores mostraron ac- titudes anticatólicas con las que se granjearon el repudio de los religiosísimos gaditanos. Aprovechando la animadversión popular hacia los cristianos ingleses y holandeses, las congregaciones religiosas de Cádiz lideraron actividades que fomentaron el descrédito moral de los ocupantes. El 24 de agosto de 1702, un día después del desembarco, los capuchinos organizaron un rosario colectivo en el que se sacó a procesión una imagen de la Virgen de los Remedios. En la plaza de la ciudad, el fraile predicador animó a los feligreses a continuar la procesión hasta las murallas para intimidar a los integrantes de la formación naval enemiga. Entonces, cuenta fray Isidoro en su Florido andaluz pensil , “fueron los capuchinos continuando sus pláticas y rosario por las murallas de Cádiz, mudando los sitios como la armada se mudaba, para 08 Rev FRONTERAS DE LA HISTORIA 23-1_AHernandezS.indd 115 2/27/18 11:35 AM

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